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Rosenda Camey

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Rosenda Camey

Víctor Bustamante

Lugar: Casa de la Memoria. Luego de ver un documental sobre sobre los caminos incas, tengo una conversación apresurada con Rosenda Camey. Inicialmente pensé que era documentalista, pero no, es algo diferente, ha llegado para el encuentro, Diálogo de saberes indígenas de América; o sea es una presencia, su presencia, como activista de la causa indígena, y cuando digo activista es que en Medellín ha ocurrido un encuentro entre los diversos pueblos indígenas de América, que me deja perplejo.

Uno, muchas veces vive ahogado en el tráfago intelectual o callejero de Medellín, y además anestesiado por los medios, y así, deja de lado esa causa, esa certeza de saber que nuestros países no solo lo habitamos nosotros, que pensamos que nuestra ciudadanía llega cuando habitamos una ciudad sino que dejamos de lado, y no reconocemos la vida ardua, muchas veces sin la perspectiva que le damos aquí, y sin tener en cuenta el concepto de solidaridad, ese que así mismo se vive al interior de estos pueblos que deben definir su presencia y mantener su esencia, para no claudicar ante el avasallamiento constante de los negociadores y detentadores de los poderes que poco les  interesa  el respeto a los pueblos originarios.


A Rosenda nuestra fraternidad.

Leonel González

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Leonel González

Diálogo de saberes 
comunidades indígenas
de América

Leonel González ha llegado a Medellín Diálogo de saberes   comunidades indígenas de América y en el encuentro de la revista Ciudad nos ha dado una conferencia sobre como trascurre su vida allá en Chiapas y como ese modelo social y económico nos da un tregua entre lo que ya conocemos en el sentido de que la autogestión y la inclusión son sinónimos de algo que se cumple y se vive en su región, ya que las noticias que llegan son pocas y dan una imagen muy diferente de la persona con la cual conversamos y la cual tiene un poder  de convicción a toda prueba.

Esas son las sorpresas que trae este tipo de encuentro.



Jesús García Tejada

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Jesús García Tejada

Diálogo de saberes  
comunidades indígenas 
de América
..
Jesús García Tejada ha llegado a Medellín, desde el Amazonas, al Encuentro de saberes indígenas de América. Algo me causa curiosidad, ha realizado algunos documentales al interior de su comunidad. Lo digo porque estamos enseñados a que los cineastas vayan desde las ciudades a filmar con ese afán turístico y de improvisación para traer sus documentales.

Pero no, Jesús ha realizado algunos documentales desde el interior de sus mismas comunidades con un propósito preciso, no dejar que la memoria se pierda.

En estos comienzos de diciembre nos ha concedido unas palabras y su gentileza es notoria, así como ese carácter fuerte por no dejar que sus comunidades caigan en el olvido ante el atropello e indiferencia.

El amazonas está distante pero con Jesús García Tejada sentimos que allí vibra algo, no solo el corazón verde de la selva sino su presencia, su interiorización por no dejar que muera esa tradición tan cara a ellos sino también a ese país dividido.


24. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico. Melitón Rodríguez

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24. Medellín: Deterioro y Abandono de su Patrimonio Histórico. Melitón Rodríguez


 Melitón Rodríguez
Víctor Bustamante
En una visita a San Petersburgo, Claudio Magris va un busca del rastro de Dostoievski. En la calle Kaznachéiskaia 11 encuentra la placa en el primer piso de la casa donde él vivió cuando escribía Crimen y Castigo, y cae en cuenta que ese paisaje de buhardillas y pasadizos es el mismo que vivió Raskolnicov hundido en su nihilismo. Era uno de esos cuartos, de esas casas arrendadas, una de la veinte que habitó el escritor. Este barrio también es conocido por que en él discurre la vida de otros personajes de sus obras, así como las direcciones donde vivieron, y por esa razón el gusto popular lo ha llamado el Barrio de Dostoievski. Este elegía casas en las esquinas con vista a una iglesia, siempre alrededor de las mismas plazas la Sennaya y Vladimir. Este último apartamento, en el que vivió los últimos años fue reconstruido y allí podemos notar la áspera poesía de su presencia: su sombrero, las tacitas para el té, los cigarrillos Laferme, el escritorio con su paño verde, su tintero y la pluma con que escribió. El ámbito de la casa de seis habitaciones nos da la magnitud y el espacio de esos cuartos, de los zaguanes donde no solo caminó el escritor sino que hasta altas horas de la noche daba rienda suelta a su genio envuelto en una bruma de humo de los cigarrillos que fumaba uno tras otro. Y aunque el tiempo es lejano, 1881, el barrio aún permanece intacto. Ha cambiado el paisaje humano pero la memoria del escritor pervive. Y no es para menos en sus libros trascurre indeleble el corazón de San Petersburgo.
Lo anterior para referirme a la ausencia del espacio donde discurrió Melitón Rodríguez, el mayor fotógrafo de Medellín, quien después de su muerte en 1938, no sospecharía que su casa, laboratorio y estudio fotográfico, sería arrasada, casi siete años después para construir el edificio de la Naviera Colombiana.  
Solo nos queda la torpe memoria de saber que en la carrera 9 (Palacé), -referenciado por el Primer Directorio General de Medellín para el año 1906 de Isidoro Silva L.-, tomaba las fotografías a quienes acudieran a su estudio. Juan Luis Mejía en el prólogo a Lecciones de Fotografía y Diario de caja de Horacio M. Rodríguez y Melitón Rodríguez da una idea acerca de un estudio de fotografía: “Un gabinete fotográfico estaba conformado por uno o varios estudios, en los cuales se colocaba a la persona que deseaba el retrato. El estudio era un pequeño escenario decorado con telones con distintos paisajes, afines con la personalidad del retratado. Se usaban además elementos decorativos como barcas de cartón, balaustradas de madera o falsas columnas de mármol. El estudio era un verdadero espacio de ilusión. La luz del sol debía entrar de manera lateral, preferible en un ángulo de 45º. En el espacio contrario al ventanal, se colocaban unos reflectores de lienzo que permitían equilibrar las luces y las sombras. ....Un día opaco era un descalabro para el fotógrafo. Las mejores horas para la toma eran entre las ocho de la mañana y el mediodía. El retoque era una operación común en todos los gabinetes y era realizado por manos expertas, generalmente femeninas. El retoque, efectuado en un atril con vidrio esmerilado sobre el cual se colocaba el negativo, permitía corregir pequeños defectos en el momento del revelado, como eliminar las partículas de polvo o las burbujas minúsculas que luego afectarían la copia en positivo. Pero también había que corregir los rostros”.
Así mismo, Melitón, llegaba allí después de salir, algunas veces, a las calles a fotografiar esos paisajes urbanos que aun vemos, para dejar algo que con el tiempo se convertiría en un acervo de imagenes de tanto valor histórico, sentimental y de documentación que cada que las miramos nos deja perplejos: toda la memoria de lo que él quiso plasmar en sus placas y que el tiempo hace brillar con ese halo no sé si de nostalgia, o mejor, de desazón al saber cómo la ciudad se desmantelaba y así observamos que aún no posee un rostro, un paisaje urbano definido al interior de ese espacio que poco a poco se desdibujaba y apenas queda acudir a los diversos autores que la reflejaron y la describieron y a sus fotógrafos para darnos cuenta que Medellín posee una historia con sus recintos familiares, intelectuales y sus misteriosas inquietudes. 
Desde ahora sus fotografías la revierten de otra manera, desentierran un Medellín perdido como si viajáramos en el trascurso del tiempo a una ciudad inexistente. Pero es cierto, todo este referente lo hemos destruido. De ahí que al mirar el espacio vital de Dostoievski que se conserva nos lleva a una pregunta: ¿Qué ha pasado en Medellín?
Una ciudad también se encuentra en la escritura de sus detalles. Desde esa lejanía nos habla y nos convoca. Esas fotografías causan asombro. Digo asombro porque en el detalle de dos colores contrapuestos, el blanco y el negro, en ese solito fragmento, se hace indeleble: son los colores de nuestro pasado más inmediato. Él, Melitón, ha captado en esos momentos, en cada una de sus fotos, lo irrepetible, lo que se fugaría en pocos años, lo que habría de congelarse para la posteridad: un parque, una calle, una casa, un retrato personal, pero no será una calle cualquiera sino una calle donde existen unas fachadas, unos avisos, una disposición de quien se detiene para ser fotografiado o quien pasa de largo, y es que ahí sabemos cómo van vestidos con la moda de su contemporaneidad. En síntesis, cómo era el medellinense corriente o con alardes de grandeza que por ese milagro de sus fotografías quedan detenidos en el tiempo mismo. Símbolos de una época determinada que Melitón nos ha enviado desde el pasado y que nos obliga otra vez a una pregunta, qué se hizo esa ciudad de arquitectura diferente. ¿La destruimos?
Lo sagrado se preserva, es decir su representación, en las diversas iglesias que además sirven de punto de referencia; son las únicas construcciones que nunca se han tocado. Pero lo venerable del ámbito civil no ha permitido que la memoria se preserve siempre ha sido destruido. Estas fachadas, estas cúpulas de las iglesias, se convierten, en muchos casos, en el punto de referencia para reconocer algún lugar y más o menos situarlo. Esas iglesias se constituyen en un punto de referencia, ya que por medio de ellas, los sitios aledaños son localizados, porque a veces muchas calles, muchas edificaciones serían irreconocibles. Y aquí me pregunto por lo sagrado en términos de cierta secularización, lo que construyó el hombre mismo, su espacio, su entorno, sus calles, sus casas, es decir su historia no debería borrarse de un manotazo o a golpes de las grúas que se llevan tras la ilusión de progreso una ciudad que tiene derecho a su historia cotidiana no a la de las grandes generalizaciones. En este último concepto solo existe la excusa del ocultamiento.
Hace algunos años, en la década del 90, cuando la Foto Rodríguez estaba ubicada en un segundo piso, diagonal a unas cuadras del Colombo-Americano, por El Palo, indagaba por unas fotografías de Luis Tejada y de su familia. Doña Gabriela, su albacea, amable, nos atendió y buscó en las libretas originales anotadas por el fotógrafo previsor. Y preciso ahí pude notar lo indicado sobre Tejada con la caligrafía del mismo Melitón. Luego, en la pieza contigua, pude observar los armarios y anaqueles con una infinidad de negativos, con la herencia del gran fotógrafo sobre la ciudad. Luego husmee al interior del estudio y vi a don Gabriel, hermano de la señora, en el cuarto oscuro donde había una ampliadora grandísima y él copiaba las fotos solicitadas por algunas personas venidas de Bogotá que indagaban por el registro de sus abuelos, y al mirar a sus parientes lejanos, perdidos en el tiempo, y ahora revertidos por la memoria en el papel, se llenaban de sorpresa; de la oscuridad del tiempo ido regresaban, rostros caros a ellos.
En un costado de la sala reparo en la cámara con que Melitón fotografió toda una ciudad, ahora en desuso, testigo de una época con toda la inmensidad de esa presencia, pero ya relegada como si fuera una reliquia, pieza de museo, detenida en el tiempo, sin las manos que tantas veces la utilizó para guardar en sus placas tanta historia, tantas presencias, tanta ciudad, tanto Medellín. Definitivamente el oficio y la pasión del fotógrafo es obra de él mismo: es irremplazable en su presencia. Con cada fotógrafo, al morir, desaparece todo un concepto de su arte, y además su visión, sus paisajes preferidos, sus personajes.
Ahora una tarde de diciembre del 2014 camino por Palacé hacia el norte desde la Avenida Primero de Mayo, es decir por estas calles casi abandonadas pertenecientes a una ciudad desmantelada, aunque la maquillen con eslóganes, dejada al desgaire, y apenas sé que ahí a unos pasos, al frente, Melitón oficiada en su estudio. Allí, en el cuarto oscuro, con la paciencia del alquimista veía, al revelar por primera vez, esa ciudad que el fotografió en ese presente, su presente, y que después huiría y se convertiría, no en memoria, porque con frecuencia pasamos por esa calle, Palacé, y nada sabemos, sino por los libros, eterna memoria, como lo que no ha existido nunca. Ya que los transeúntes, en su mayoría, han adquirido esa imposición de no saber qué sitio habitan sino mirar de soslayo el valor y los referentes históricos sin darse cuenta. Pero ahí están las fotos con el clima interior, espiritual que Melitón le otorgó para resarcirnos.
Allí en esos cuartos, con su cuidadosa caligrafía, Melitón anotaba en sus libretas la fecha y el personaje o el paisaje que había fotografiado. Y así su laboratorio, su espacio el cual tendría derecho a perdurar, haya sido desmantelado, aun así él nos ha dejado sus placas, la memoria de la ciudad y de sus gentes como si ese corte de tiempo, ese espacio entre lo anterior y lo de ahora fuera un punto de referencia que es necesario mirar para saber cómo ha cambiado el paisaje citadino. Sin estas fotografías no sabríamos tantas historias, tantas presencias. Solo queda saber que ahí al frente trabajaba Melitón, Rafaela su hermana, y sus retocadores, Amelia y Ramona hermanas de María Cano que también tomaron fotos, con Miro, Memos y Enrique Márquez. 

Hay una fotografía del mismo Melitón donde una niña observa al trasluz de la vitrina las fotos en su interior, así como hoy hubiera querido entrar a ese estudio fotográfico solo previsible en la curiosidad. Luego el fotógrafo por litigios judiciales perdería su estudio lo cual le daría un golpe mortal. Melitón era un artista no un comerciante y los locales de esta carrera, Palacé, eran apetecibles para la especulación inmobiliaria.
Ahora estoy, estamos enfrente del Edificio de la Naviera Colombiana que le dio otro matiz a esta carrera. Este Edificio fue construido por la firma de arquitectos Vieira Vásquez y Dothe, y hace alegoría a la Naviera Colombiana. Lo demuestran los medallones encajados en las puertas vaciadas en aluminio con escenas de viajes. Sobra advertir que a una mentalidad como la nuestra, encerrada y cantada entre montañas tropicales como su fachada más hacendosa, poco le interesa la navegación, así esta fue abandonada por el río Magdalena. En la actualidad el edificio luce descuidado, aunque su nuevo propietario la Universidad de Antioquia seguro le dará un uso adecuado. La celadora no nos permite fotografiar su interior. Revestido con piedra bogotana da la idea de la proa de una embarcación como la expresión más acaba de una ciudad que no cuenta ninguna epopeya marítima sino que arrasa con las calles y su patrimonio ante la mirada pasiva del medellinense que sonámbulo solo le interesa ver vitrinas.
Recién construido, la firma cayó en bancarrota y debió venderlo al único cliente que podía comprarlo, eso sí barato, el Departamento de Antioquia, para ser administrado por las Rentas Departamentales y la Lotería de Medellín. Por fin licor y ludopatía se hallaban reunidos en un mismo espacio como otra de las expresiones del ser antioqueño que yacen bajo las ruinas morales de los pioneros del tanto por ciento. Lo justificaba una razón de peso y de pesos: para pagar maestros y financiar hospitales.
A esta hora, diciembre 10 del 2014, al mediodía, Palacé es un batiburrillo de vendedores callejeros, de transeúntes, de vagos, de la presencia-ausencia de los llamados desechables y del impasible y asediado tránsito de buses, del ruido, de los vendedores de cds piratas y otras pócimas ilegales. Síntesis de una ciudad, del Centro incontrolable, abandonado a su azar: tanto por la negligencia de las autoridades, como la indisciplina ciudadana, y bajo el acecho de las otrora poderosas compañías de buses con su desorden y su ruido. He mencionado una palabra que se ha definido de una manera despectiva, desechables, pero sí, así se denomina a las personas de poca suerte, abandonados, y que cada día pueblan más las aceras y calles de la ciudad. Y no es para menos, los edificios poco a poco también sufren el mismo menoscabo de su historia, es decir, la lejanía de la presencia que los reafirmó.
Cierto. Melitón, vivía y tenía su estudio en esta casa diagonal a la de Carlota Uribe ubicada en Palacé, entre Maracaibo y La Playa, es decir entre el Club Unión y la quebrada de Santa Elena. Ellos eran buenos amigos. “Esta casa no era lujosa como si lo habían sido la casas de su bisabuelo Tomás Uribe, pero sí era moderna y muy agradable. Tenía tres patios: en el primero, el más grande, resplandecía una alta fuente de piedra con leones tallados, el otro con un jardín de flores y mosaico de piedritas en el piso, y el tercer patio tenía árboles frutales tales como guayabas, nísperos, naranjas, uchuvas. En la parte de atrás de la casa había una huerta que lindaba contra la quebrada.” Señala Teresa Urreta de Vélez nieta de Doña Carlota, y nos da una idea acerca de la amplitud de estas mansiones, y además la sospecha acerca de que algunas fotos familiares fueron tomadas en el propio solar de la casa de Melitón.
En una visita a Medellín, parodiando a Claudio Magris, si buscamos la casa donde vivió Melitón Rodríguez, nos darían una pésima noticia: nadie sabe nada de él, salvo reparar en las fotografías, algunas que adornan las paredes de diversos cafés, bares o almacenes del Centro. Todo ese arte para imprimir ese peso a Medellín y el carácter popular referirlo con una palabra ominosa, el Medellín de antaño, para expresar lo viejo, lo caduco, o sea lo que se fue, lo que se destruyó, y así pensamos, sin significación alguna, como lo actual es la exegesis de lo nuevo sin un soporte vital. Es como si se dijera él vivió en Medellín de una manera general, pero su espacio cotidiano no existe. 

A una ciudad la hace grande la experiencia de tener sus referentes, de caminarlos, vivirlos. Medellín los destruye poco a poco.  

3. Festival Alternativo de Poesía. Tejedoras de Luz

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Tejedoras de Luz

Diana Isabel Pizarro

                                                                  Laura Saldarriaga
                                                                 Sor Enid
                                                         Helena Restrepo
 

3. Festival Alternativo de Poesía. 

Tejedoras de Luz

Diana Isabel Pizarro
Laura Saldarriaga
Sor Enid
Helena 
Restrepo

Juan Mares. 3 Festival Alternativo de Poesía

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3 Festival Alternativo de Poesía


Juan Mares

Víctor Bustamante

Si algo distingue a Juan Mares es su amor por la poesía, pero no como una amante espuria, ocasional, sino como una presencia que le mantiene el pulso vivo durante todas las horas del día. Esta persistencia lo ha llevado a publicar algunos libros de poesía, lo cual nos da a entender que no la asumido como algo de ocasión, o una perversa manera de estar a la moda para escribir poesía de afán sino que en el pervive su labor poética. Lo evidencian algunos de sus libros: Poteas y Pirontes, Voy a ver pantalla chica, El árbol de la centuria,Kalugrafías del instante y Ritmos del equilibrista.

Esta actitud ante la vida y la poesía lo ha llevado a que su obra sea clara y precisa y nos abrume no solo con sus juegos de palabras, que son maneras de subvertir el lenguaje, sino que es claro en sus poemas y al escribir nos da la impresión que sus palabras vierten por sus venas: son su expresión, como un torrente que brota sin necesidad de refugiarse en alguna escuela o movimiento poético sino que indaga desde sí mismo temas que lo circundan, que pasan de soslayo para unos pero que ante él son materia de poesía.


En esta lectura realizada en Aquarimántima celebramos no solo su presencia sino su escritos y esa transparencia que lo hacen cercano.


EL HAIKOAN / JUAN MARES

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EL HAIKOAN

JUAN MARES

¿Novedoso? No sé, pero si dentro de esta atrevida exploración logro el efecto  de descubrir algo, que presumo sea interesante, al menos para mí, me declararé en trance poético. El asunto es el siguiente: los poetas nadaístas  y entre ellos Gonzalo Arango, y sobre todo el autor de Sinfonía para máquinas de escribir: Darío Lemus. Estos buscaban eso del “Poema total”. En realidad nunca he sabido que entendían ellos con eso del poema total. Se me ocurre que un poema total es lo más parecido a uno que escribió Gonzalo A. con aquello de: “Una mano mas otra mano no son dos manos, son manos unidas/ …” O algo parecido, si es que estoy en mis cabales.

Miremos los que considero mis poemas totales:

Del universo vengo
En el universo estoy
Al universo voy

Y no se requiera ninguna otra explicación  para atribuirle lo pretendido. Y luego lo acompañé de otro, del mismo corte y confección, que titulé como Retruécano y dice así:

La historia en el tiempo
Uno en el tiempo
Y el tiempo en la memoria.

En el primero tenemos al SER dentro del universo mientras que en el segundo es el universo dentro del SER. Y la opinión resultante de esta mirada ya es asunto para discernir entre los interesados querido lector.

En cuanto a este que sigue lo justifico de la siguiente manera:

Hoy estoy
Voy y soy
-(            ).

Doy las conclusiones que me han dado varias personas al leer este texto, pues de manera ¿plana? Siempre optan por pensar que está inconcluso y terminan por llenar la zona del entre paréntesis. Así lo hizo un contertulio, un poco panteísta, con quien compartí el texto de la siguiente manera:

Hoy estoy
Voy y soy
-(Universo).


 Otro más de aproximación al Zen, como dando respuestas tipo koan dijo:

Hoy estoy
Voy y soy
-(Vacio).

Otro por el mismo orden lo definió así:
Hoy estoy
Voy y soy
-(silencio)

Otro aplicó:

Hoy estoy
Voy y soy
-(pasado y futuro).

Otro más ingenuo o más listo me dijo:

Hoy estoy
Voy y soy
-(Espera).

Uno que me descrestó y que sentí como una aproximación a lo que se da en llamar iluminación zen, como un verdadero koan, al responder casi de manera espontánea fue, a pesar de su aparente “mamada de gallo”, para nuestra cultura occidentalizada, la de un muchacho  del colegio, hace unos años atrás, cuando en el lugar vacío puso:


Hoy estoy
Voy y soy
-(“Vaca”).

Un lector asiduo a la biblioteca Pública Municipal F.G.L. respondió así:


Hoy estoy
Voy y soy
(Polvo cósmico)






La versión de un amigo poeta, de Medellín, contribuyo al ejercicio, miremos el efecto:


Hoy estoy
Voy y soy
(Sueño que existo)



Siguiendo esta línea se puede realizar un taller con gomosos en el asunto y nos maravillaríamos de los resultados. Como se puede ver, ese silencio o vacío allí encerrado, se torna muy locuaz. Es poner a los signos en su papel comunicante desde la sorpresa, la imaginación y la experiencia de cada lector. Que el texto haga honor a Borges como un poema total donde quepa todo concepto.

Recuerdo, además, que este experimento ya lo había realizado en un poema que salió en Poteas, titulado: Silencio mohoso   y que concluye de igual forma, solo que allí cualquier lector avezado, capta ahí mismo que la palabra que está entre paréntesis, no escrita, se refiere a Silencio. Veámoslo:

Silencio arrugado
Del viejo acordeón roto
Ya sin teclas
De juguete
Cuando fue el abuelo un niño.
Silencio gastado de dos viejos solitarios
Un día domingo
Sin crispetas
Y sin cinco.
Otra vez silencio
(algo renovado)
Y siempre el mismo
__(                               )…                      



No es para darme razón, es para jugar con el pensamiento, ya como niños grandes jugando al significado o esculcando hasta encontrar un roto en nuestra LANIAKEA:

Puede ser
O no debe ser
Falta ver.

Otra dimensión del haiku


Juguemos pensando con estos tres ejercicios, donde se combinan koan y haiku y que denomino “Haikoan”.



Este es un ejercicio en busca del poema total, que en tres versos encierre uno o muchos universos. ¿Cómo concluirías este poema, o lo dejarías así?

A este ejercicio le denomino Haikoan.





1

Hoy estoy
Voyysoy
(      .      )











Otra dimensión del haiku






2



Hoy estoy
Voyysoy
(      .      )











3


Hoy estoy
Voyysoy
 (             ).     



“MEDELLÍN: CINE &CENIZAS” de VÍCTOR BUSTAMANTE /Carlos Alfonso Rodríguez

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“MEDELLÍN: CINE & CENIZAS”

              de

 VÍCTOR BUSTAMANTE
                                                                                                          
                                                               
Carlos Alfonso Rodríguez
    
     El más reciente trabajo literario escrito y publicado en Medellín, por Víctor Bustamante (Barbosa,1954). La novela “Medellín: Cine & cenizas” (2014). Es una grata construcción literaria, una maravillosa ficción, una simpatiquísima comedia, una gran crónica urbana y un extraordinario reportaje. En donde el personaje central de toda la historia es “El mirón” un inquieto adolescente que empieza fisgonear a todas las vecinas de la vecindad, barrio y pueblo, porque se ha encontrado prematuramente con un insaciable despertar sexual que desde entonces nunca se apagará ni se extinguirá en su vida, por lo menos durante la historia, relato y ficción, ese despertar se mantiene incólume, erguido y viento en popa.
     “El mirón” se aficionará al cine que se convertirá en una fiebre, obsesión y pasión cuasi enfermiza, pero paralelamente a esa fiebre, obsesión y pasión, contraerá un virus humano, no contagioso, pues se volverá un jovenzuelo enamoradizo, mujeriego e infiel, que perseguirá mujeres solitarias en los cines, en las calles, en las bibliotecas a las que seducirá con la magia de su encanto espontáneo, natural, cinéfilo y su pelo revuelto imitando a los Beatles, Mick Jagger, Cat Stevens y a otros mechudos de los años 60 y 70.
     “El mirón” será una hombre sexualmente insatisfecho, goloso y un permanente buscador del amor a través de nuevos cuerpos, labios y formas para lograr triunfar no en él, sino sobre el amor y sobre todo encima de la piel de las féminas que se le atraviesan en su vida o en sus vidas, como en el caso de la perfecta doctora que vivía en el Edificio Teatro Colombia, construido sobre lo que fue quizás alguna vez el antiguo Teatro Colombia.
     “El mirón” es a veces un joven solitario que recorre la ciudad, cafeterías, bares, tabernas, plazuelas, parques, heladerías, estanquillos, en donde hace planes, proyectos, aventuras. Luego regresa y vuelve a caminar por todas esas mismas calles, callejuelas, pasajes, jirones, largas avenidas, centros comerciales y tantos otros recovecos citadinos.
     “El mirón” vagará por los cines y teatros de toda la ciudad de Medellín, porque hay que reiterar que la ciudad es uno de los grandes personajes a través de todo el relato o narración. Por ello es que vemos desfilar a los teatros más importantes, pero también a los más escondidos, ignorados y olvidados, que a través de esta novela en forma de crónica o crónica novelada nos permitir conocer el autor. Sin duda que la gran protagonista es la ciudad, sus teatros de otrora o antaño, sus cines, sus calles, sus jóvenes habitantes, sus cafés, sus nuevas tribus urbanas que tienen sueños, aspiraciones, anhelos, deseos.
     Sobre todo esos deseos inacabables que mantienen y sostienen vivo a “El mirón” que junto con sus amigos quieren, pretenden y tienen interminables aventuras, una de ellas hacer cine y películas, como todas esas películas que habían visto en muchas tardes, en largas horas, en tantos días y años. Pero las condiciones para realizarlas se les volvían cada vez más difíciles e imposibles, porque de modo equidistante hacían otras actividades, oficios, vidas, en medio de tantas limitaciones de la época. Sin embargo, esa llama se mantendrá encendida en sus corazones, cuerpos y cerebros por siempre.
     “Felipe el hermoso” es un amigo de “El mirón” que se encuentra en sus entrañas, en su más profundo afecto y corazón. Es un talento creativo, socio, compañero de sueños, andanzas, viajes y escrituras literarias. “Felipe el hermoso” le permite a su amigo conocer las nuevas tecnologías de la diagramación y redacción frente a una pantalla, abandonando para siempre y de por vida esas viejas máquinas con teclas marca “Olivetti” que ahora son reliquias de antigüedad y unos pequeños monstruos de fierro, lata o alambres.
     “Felipe el hermoso” siempre adelantado poseía una cámara filmadora moderna que la delincuencia común se la arrebató, pero al forzar e intentar no dejarse robar su herramienta de trabajo, le cayeron sendos tiros que le causaron la muerte. Todas estas acciones y hechos ocurren en la más reciente época de la violencia de los años 80 y 90 en la ciudad.
     “El crítico” es un cinéfilo sabelotodo, chispeante, autosuficiente que trata de instruir a algunos muchachos en la más reciente cinematografía local y universal. “El crítico” conoce el tema, pero decide volverse un profeta que se las emprende gratuitamente contra los libros, libreros y autores de libros, pues aseguraba que en el futuro nadie leerá y que todo pasará por las luces, fantasías y sombras del cine.
     “El crítico”, gracioso, simpático, divertido, durante su presencia o existencia en el documento literario lanzará un mensaje de absoluta lucidez, profundidad y trascendencia, que se confunde en un bronco grito desgarrado y desgarrador, pero sin dejar jamás de ser memorable: “Nuestra memoria, debemos proteger nuestra memoria cultural” (Pág.226).
 
     “El mirón” y sus amigos más próximos “Berto Luchi” y S. J. intentarán realizar una proyección cinematográfica organizando un viaje al eje cafetero, que hasta finales del siglo pasado y en los comienzos del presente siglo se pensaba que por aquellos lares terminaba el mundo; pero en realidad desde allí en adelante apenas comenzaban otros y nuevos mundos. Estos socios y amigos serán testigos de esa fiesta pagana, libertina y libérrima que es la fiesta del Diablo en Rio Sucio, en ese carnaval que como todos los carnavales que en el mundo han sido, o son, empiezan con bailes, danzas, borracheras y terminan entre gemidos, sábanas blancas, catres rotos. Ante el entusiasmo desbordante de un diablo rumbero, bailador y ardiente.
     Luego de degustar los platos, potajes y bebidas típicas, los mismos socios de la historia literaria, más una invitada. Después penetrarán a un resguardo indígena llamado Cristianía, ubicado en el municipio de Andes, en donde “El mirón”, “Bertoluchi”, la S.J. y la rola de los Moscoso se quedarán boquiabiertos porque los indígenas de esa comunidad del suroeste antioqueño en un acto cultural en lugar de entregarse a unos rituales mágicos con la naturaleza, el sol, la luna y todas las estrellas, incluso las estrelladas, se pusieron a tocar vallenatos con guitarras eléctricas, batería, órgano y bajo. Olvidándose para siempre de sus encuentros con las verdaderas estrellas.
     “El mirón” que ha conquistado a mil y un mujeres en su recorrido por la ciudad: actrices, empresarias, ejecutivas, abogados, punkeras, estudiantes universitarias, estrafalarias, excéntricas y frustradas. Con quienes ha visitado salas de cines, tabernas y teatros. Al final de todas sus aventuras eróticas, ocasionales, circunstanciales y heterosexuales, pudo conocer los favores de una profesora que le confiesa en las cabinas de una taberna “que lo quiere y querrá siempre como una madre y que ella no quería otra cosa que hacerlo feliz…, pero no en el sexo o por lo menos no en esos lugares. Hay que agregar que la señora profesora era gaga y claro gagueaba durante cada una de sus declaraciones amorosas, diálogos, sermones y consejos, en lo que podría ser también el éxtasis de la historia, el desenlace total del gran relato, que voluntario o involuntario aparece ante los ojos del entusiasmado lector. “El mirón” en buena cuenta y en franca lid era el terror de las profesoras solitarias vagando en la ciudad nocturna.
     Pero “Medellín: Cine y cenizas”, no es solo una obra de ficción, porque si el autor se hubiese propuesto eso, creo que lo hubiese logrado holgadamente; en verdad el autor no ha pretendido ejercer el arte por el arte o la literatura por la literatura, en tiempos en donde la pureza no se encuentra ni en los púlpitos ni en los altares ni en los conventos, mucho menos en los territorios de la creación literaria o la ficción.
     “Medellín: Cine y cenizas” es una gran crónica, un gran reportaje urbano, aunque manifestar esto sea un tema bastante polémico en estos tiempos; porque hay quienes todavía creen que nos existe literatura urbana, cuando en verdad la literatura urbana es la única que existe, el resto bien podrían ser solo borradores, garabatos e intentos.
     Si la ciudad es protagonista de la historia en esta obra literaria, el autor es un declarante excepcional de los cambios, sucesos, aciertos, abusos y excesos de una época y un tiempo, que cronológicamente viene a ser el de los años 80 y 90. Tiempos de grande convulsión social, cultural y política en Colombia, América y el mundo.
      El autor es un testigo de la ciudad y el mundo, el título de la obra “Medellín: Cine y cenizas” es una ubicación geográfica, una referencia histórica, el diagnóstico del tiempo y la realidad, un antecedente universal. El retrato de “El mirón” es el rostro feliz, simpático y superficial. Detrás de “El mirón” está el autor, está el testigo de su tiempo, el cronista de su época. Bien puede estar también toda una generación; pero esencial y objetivamente está el autor. No porque lo comentamos o quisiéramos que fuese así, sino porque el autor de la obra quiere desmitificar la ficción y untarla de realidad desde el propio título y en este aparte.

     “Vi, vimos tanto cine que descubría a Murnau, pero también al vampiro de M, con la soberbia actuación de Peter Lorre, y el cine alemán de importancia antes de Hitler y después del furioso Fuhrer. La cita era cada jueves a las tres de la tarde. Yo había terminado una carrera que nunca amé, economía. Y mis gustos se torcían hacia el arte, ese abismo creativo de donde no se tiene escapatoria, y lo más posible y seguro es el fracaso. Dudaba si hacer cine o literatura, pero había un secreto: la literatura uno la realiza sin pedirle aprobación a nadie, en completo secreto, mientras el cine es un trabajo en equipo y se necesita mucho dinero.”(Pág.176.)

     Cuando el autor de la gran crónica novelada “Medellín: Cine y cenizas” hace la salvedad y aclaración del cine alemán antes de Hitler, lo que quiere decirle al lector es que durante el gobierno del Fuhrer el cine en Alemania se convirtió en propaganda política y estatal al servicio del nazismo. Tal cual lo hicieron los norteamericanos cuando se convirtieron en la Meca del cine a través de su famosa fábrica de películas llamada “Hollywood” o el gobierno de Musollini, que trasladó la Meca del cine mundial a Roma.
     En América el cine mexicano fue patrocinado en décadas por el PRI para entornillarse y enriquecerse en el poder de una revolución que la hicieron campesinos, aldeanos e indios mexicanos. En Argentina el general Perón administró  y alimentó la pasión futbolera nacional en películas como “Pelota de trapo” (1948) de Leopoldo Torres y “El hincha” (1951) de  Manuel Romero y Enrique Santos Discépolo.
      “Medellín: Cine y cenizas” nos transmite el cine como una pasión o como una manera de vivir, pero también como un puente con la historia local, continental y universal, como un encuentro entre la ficción y la realidad, dos fuentes que necesitan retroalimentarse para retratar la vida cotidiana, el habla, el lenguaje, la memoria y la vida.
    “Medellín: Cine y cenizas” es además un archivo de películas, actores, directores, productores cuya lista no se termina, y por el contrario en países como Colombia es apenas un hermoso amanecer y un territorio libre para ejercer la creación, por lo que también la obra se convierte en un valioso material instructivo e informativo.
    “Medellín: Cine y cenizas” tiene un vuelo imaginativo de alto voltaje y un aliento poético en su narración que le hace sentir al lector el estar frente a una obra maestra, brillante y deslumbrante, comparable al mejor Jhon Dos Passos, García Márquez, Cabrera Infante, Vargas Llosa o Fernando Vallejo. Esto es lo que nos ha dado el autor Víctor Bustamante a través de cada una de sus páginas en su más reciente obra.
     “Medellín: Cine y cenizas”, acaba cuando “El mirón” ya no es una adolescente, ni un jovenzuelo enamoradizo, sino un hombre entrado en años que continúa recorriendo las calles, las avenidas, los teatros, los cines de la ciudad; pero que ahora es capaz de atestiguar cómo ha cambiado la ciudad y aquella que él vio de niño, que recorrió de adolescente y amó en su juventud es otra al paso del tiempo. Sin embargo, ahora la ciudad ha desmoronado los viejos cines, los antiguos teatros, incluso los más emblemáticos. La modernidad ha desbaratado sistemáticamente los teatros o los ha vendido a sectas religiosas que en lugar de la fantasía de la imagen, comercia con la magia de la palabra o las oraciones contabilizadas. 
     Hasta ahí una apretada síntesis de “Medellín: Cine y cenizas”, una novela moderna, divertida, jocosa y desternillante que involucra al lector con la historia y los personajes de la misma, e incluso hace añorar a la ciudad, a la antigua ciudad, a la que fue, a la que es actualmente; porque ésta obra nos traslada a ese universo a través de cada capítulo. Pero quiero manifestar que si bien esta obra en cada una de sus páginas nos entrega mucha información e historia, hay cosas o hechos que verdaderamente nos debe, y que uno quiso encontrar a través de la historia y acaso con el deseo de hallarlo se recorrió vertiginosamente las 363 páginas que trae la obra; porque el solo hecho de ver la foto en la contra carátula del cine Junín, ese monumento cultural que fue, ese gran centro de animación urbana que se inauguró un 4 de octubre de 1924 y que de manera arbitraria se desbarató para siempre en octubre de 1967, entonces, uno se interroga: ¿Por qué se acabó ése lugar? Pues en verdad no era un teatrillo insignificante, sino un verdadero palacio, un monumento arquitectónico en donde entraban más de 4,000 personas cómodamente instaladas. Era, efectivamente, una referencia histórica y cultural que identificó no sólo una generación sino varias generaciones de antioqueños, colombianos y residentes de la ciudad, quienes aún tienen el derecho a saber de los intríngulis, el quid y el motivo por los cuales un día de la noche a la mañana se tomó la determinación de acabar con ese espacio. Entonces, uno empieza a imaginar que la historia completa del teatro Junín aparecerá en algún momento en “Medellín: Cine y cenizas”. Y la verdad es que esa historia real, integral o completa no aparecerá a pesar del deseo de encontrarla. Y el lector empieza imaginar o especular qué razones o motivos justificaban terminar con un gran símbolo de la ciudad o de una época, o sea de la vieja ciudad. Dejar ese cine vivo era como abrir las compuertas y el desborde cultural antes o prematuramente, pero se decidió por sacrificarlo, derruirlo, tumbarlo y demolerlo, para imponer una edificación industrial, moderna y simbólica. La verdad es que una cosa no contradecía ni perjudicaba la otra, pues las dos propuestas bien podían haber convivido, en tiempos en donde no se hablaba de convivencia y tolerancia. Por eso es que uno de los pasajes que recuerdo con honda nostalgia y dolor de “Medellín: Cine y cenizas” es cuando el padre de “El mirón” trae al niño a conocer la ciudad y le muestra el espacio exacto y le dice a boca de jarro: “Ese era el teatro Junín”, pero “El mirón” que todo lo quiere ver, observar e investigar se acerca a ese lugar y encuentra un terreno lleno de fierros, columnas de acero, arena, piedras, adobe y cemento.

     “Mi padre me señala como la cosa más normal del mundo, que ahí quedaba el teatro Junín. Solo miro el rostro, uno de los rostros de la destrucción. Ese es mi primera visión de Medellín: destruido y armado sobre sus mismas piedras. Luego no solo sería un remordimiento, sino que mantendría en vilo esa pregunta: ¿por qué razón habían demolido el teatro que era, es una memoria?, como si quienes asistieron allí cada que pasaran, muchos años más tarde, por el edificio Coltejer, vieran en su recuerdo una suerte de espectro.” (Pág. 45)

     Por lo cual creo que Víctor Bustamante no ha olvidado la profunda historia del viejo Teatro Junín, sino que la ha postergado acaso para contarnos una gran novela en donde el protagonista central solo sea  “El Teatro Junín” con todas sus historias, sus personajes y fantasmas, sus leyendas contemporáneas entre míticas, fantásticas y reales como la de J.B. Londoño, Carlos Gardel en pleno concierto, La Sonora Matancera, Celia Cruz, Alberto Beltrán, Oscar Tirado, Alfredo Sadel, hasta Oscar Golden y los Yettis en los años 60, etc. y etc.
     He leído de manera paciente toda la obra escrita de este autor y considero que “Medellín: Cine y cenizas” es el trabajo más logrado en su creciente haber, con un lenguaje que se mueve entre el más fino humorismo, el manejo de una sutil ironía y un ligero sarcasmo que hace de su lectura un acto placentero, entusiasta y ameno.
     No tengo ninguna duda que “Medellín: Cine y cenizas” es un gran trabajo literario de Víctor Bustamante y la consagración definitiva de uno de los narradores más importantes de la ciudad de Medellín en estos tiempos. En buena cuenta en mi cuestionable parecer, es el Truman Capote, el Tom Wolfe y el Gay Talese colombiano y un nuevo precursor del periodismo. Hace buen tiempo vengo manifestando a los cuatro vientos que Víctor Bustamante es el más notable autor de su generación, y ésta obra no me deja la más mínima vacilación.
                               




Jesús Cañas Escobar - Babel

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BABEL
N 15. Diciembre 2014-Marzo de 2015

-Patrimonio-

Jesús Cañas Escobar

Contenido:

Valoración de su obraConversación con Gustavo Cañas Mejía (hijo) • Jesús Cañas José Bustamante H. • Jesús Cañas Escobar Víctor Bustamante• Retrato de un fotógrafo Julián Ospina • Don Jesús Cañas Escobar Víctor Raúl Zapata Carmona •Jesús Cañas   o la presencia de lo cotidiano Edgar Bustamante•


Director: Víctor Bustamante
Editor: Edgar Bustamante
Trascripción de textos: Alejandro Bustamante, Alba Salazar
Publicidad: John Harold Dávila
Juan Guillermo López (+)


Hicieron posible este número:
Gustavo Cañas Mejía
Luis Carlos Murillo
Néstor López
Gustavo Zuluaga
Saúl Bustamante
Giselle Cañate
Diana Zapata
Marianela Márquez
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ISSN 17945585
Tel. 2346731-3175234257
babel.literatura@gmail.com

Medellín- Colombia





Valoración su obra:
 Jesús Cañas
José Bustamante H.
La fotografía de Jesús Cañas corresponde a una visión del mundo muy específica, de alguna manera idílica. Esto es un mundo que no existe y por eso la hace valiosa, esos momentos pertenecen a unas circunstancias propias antes del rompimiento del núcleo social. El apacible Barbosa de las fotos es apenas una reminiscencia, la dulzura de lo que no existe; esto es el pasado. La fotografía tiene el poder de seducción con las cosas muertas, pero de esa misma manera devuelve su poder de convocación al reinstalarlas como si no hubiera pasado nada y ahí está el engaño, un engaño que se acepta con la insistencia del tiempo irrecuperable. La fotografía es el único arte que copia la realidad escueta y como existe, sin artificio y ahí está su nulidad, absorbe el tiempo hacerlo evasible. En estas fotografías existe un fresco social que corresponde a un momento donde el fotógrafo no sospechaba que sus imágenes se iban a prostituir después del 70. El fotógrafo de pueblo es un artesano que tiene su secreto: devolver la imagen, espejo de bromuro y papel, y sales de plata y hacerla eterna.
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Don Jesús Cañas Escobar
Víctor Raúl Zapata Carmona
Nacido en 1919 en Barbosa, hijo único del hogar de don Paulino Cañas y doña Engracia Escobar. Hombre de finos modales y corteses andares, amante del teatro y la poesía, gracias a sus capacidades y habilidades histriónicas, de hecho representaba obras de teatro en lo que fue el antiguo teatro de Barbosa, otrora administrado por don Román Salazar, donde en las décadas del 60 y 70 disfrutamos, los amantes del cine, de grandes realizaciones, sobre todo del cine mexicano. Pero era allí donde don Jesús Cañas deleitaba y entretenía a los barboseños con delicadas obras de teatro y con sus poesías, en especial “El seminarista de los ojos negros”, poema de Miguel Ramón Carrión.
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RETRATO DE UN FOTOGRAFO
Julián Ospina
Las calles polvorientas o pantanosas, según fuera la época del año, pues, ninguna de las angostas vías de Barbosa viejo, conocían la bondad del asfalto, los adoquines o cualquier tipo de ladrillo con los que hoy se pueden adornar. Las calles eran además, peatonales y vehiculares, en cualquier sentido, y a pesar de tener nombres y nomenclatura, también tenían apodos. Por ejemplo, mi vieja calle, en la que nací, la de mis antepasados, la misma que me vio crecer y hoy todavía soporta mis pasos, debe aparecer en los correos como carrera Bolívar o carrera; sin embargo, a alguien le dio por ponerla “Tacamocho” terminaba en un camino que conducía a un pequeño puente sobre la quebrada la López y desembocaba en un potrero conocido como el guayabal; también a la calle 17, se le conoce más como la “Calle de las Brujas”, otra es El Talego, El Callejón, La Variante, El Portón y la Calle del Comercio entre otras. Ya en otra oportunidad nos ocuparemos del origen de estos nombres.
Cómo evitar la nostalgia que producen los recuerdos, evocar en la memoria lugares, personajes e historias, cuántas veces nos burlamos hasta de nosotros mismos con aquellas vivencias del pasado, pero también cuántas veces se ahoga nuestra garganta y se inundan nuestros ojos, al recordar seres o amigos que ya no están, los rincones de nuestras citas amorosas y hasta la tienda donde comprábamos dulces o bolas de cristal.
Pero aun así, como es de bueno recordar y contarle a nuestros hijos y nietos cuan diferentes eran las cosas, los lugares y las gentes. Utilizando un poco de inspiración macondiana y retrocediendo en el tiempo tan solo cincuenta años, bien se pudiera escribir un gran libro, poniendo en escena una sola de aquellas calles con sus gentes y su cotidianidad.
Que tal entonces si retrocedemos en el tiempo y recreamos lo que fue la Calle del Comercio, solo entre carreras 13 y 14.
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Jesús Cañas   o la presencia de lo cotidiano
Edgar Bustamante
Solo podemos enunciar y sumar a esta gran lista de personas hacedoras de cultura a uno más que con su dulzura nos supo dejar la historia su historia inmersa en todas las calles que transitamos.
El Zurdo, la Banda de Barbosa, los Tapias, la Selección Barbosa de 1980, Pascuala Muñoz, Luis Tejada, entre otros, tenemos que rescatarlos, para que las nuevas generaciones cuenten a sus hijos, así como nuestros padres nos contaron, que en cada uno de nosotros existe un gran barboseño que quiere su pueblo con un orgullo y para enriquecer nuestra tradición.
Creo que a todos ellos debemos considerarlos hijos ilustres de Barbosa, pues al país tenemos que mostrarle. Y a nuestros jóvenes que sepan que muchas personas han labrado su camino.
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Jesús Cañas Escobar
Víctor Bustamante
Cierto. Este el primer aspecto que prima en las fotos de don Jesús, hacer relevante un momento especifico, la devoción del pueblo. Lo cual se completaba con las innumerables fotos de matrimonios, de bautizos y de primeras comuniones. Pero estos ya eran retratos realizados en su estudio. En muchas casas de Barbosa deben de permanecer fotos que él tomó durante unos treinta años, donde el paisaje humano fue plasmado de una manera consuetudinaria por él, y que el tiempo ha convertido nada menos que en ese paisaje de miles de personas, muchas de ellas, de las cuales solo ha quedado un retrato en un momento especifico de su vida; considerados, luego, instantes cenitales en la formación e información de cada uno de ellos. Y algo cierto, esas procesiones era, son toda una puesta en escena debido a la preparación de las andas con los diversos pasos, los apóstoles detrás, así como los policías o soldados, según el caso, custodiando el evento junto a los sayones de túnica y gorro morado con la cara tapada algunas veces. Estos eran los capirotes nazarenos de origen español, usados en la Inquisición, ya que estos sayones, además, eran los encargados de ejecutar los condenados a muerte. Así se creaba la dualidad de dos cuerpos de seguridad unidos en el tiempo. Las procesiones se convertían en un evento social, pero también en un acto de representación con tintes teatrales.




25: Medellín: Deterioro y abandono de su patrimonio histórico: El Castillo de los Botero

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25: Medellín: Deterioro y abandono de su patrimonio histórico: El Castillo de los Botero



El Castillo de los Botero

Víctor Bustamante


Las personas que no desean que Medellín continúe siendo desmantelada en su escaso patrimonio histórico fuimos sorprendidos el domingo 18 de enero, en las redes sociales y en algunos diarios de la ciudad, ante la noticia de la previsible demolición del Castillo de los Botero en Buenos Aires.

En la actualidad dicha construcción ha sido empobrecida en su alrededor al verse cercada por diversos edificios de apartamentos. Incluso por el avance de la clínica misma, la edificación se ve perdida, extraviada ante la osadía de los urbanistas que no valoran absolutamente nada de lo que sea patrimonio sino que sus agallas mercantiles van detrás de la especulación, la rentabilidad y arrasar cualquier tipo de construcción que no obedezca a sus intereses. 

Ante la destrucción del patrimonio la historia de nuestro urbanismo es la historia natural de los mercachifles antioqueños, urbanistas constructores de aburridos apartamentos para vivienda donde ellos decidan, sobrepasando cualquier tipo de normatividad con las excusas que ellos prefieran y adecúen.
Hablar de patrimonio con un urbanizador actual es saber de antemano el arte de esconderlo todo en la superficie, es la única verdad que los lleva a justificar sus acciones. De ahí que la ciudad sea cada día, con la anuencia de las autoridades responsable de esta destrucción, un adefesio sin patrimonio sino de lugares construidos con un estuco mezquino que da la apariencia de modernidad.

Hay una coartada de parte de los dueños del Castillo de los Botero: la construcción se ha ladeado, afirman que hay aguas subterráneas, los techos y las tapias se deterioran; todo un cuadro clínico para justificar con su desidia su demolición. No sabemos en que han invertido 600 millones y si cogieron algunos goteras con esa cifra. En El Mundo, 22/enero/2015, se afirma en un pie de foto: “De ser desmontada la Casa Botero, los directivos de la Nueva Clínica Sagrado Corazón tienen pensado “ampliar el parque que tenemos para que los familiares esperen a los pacientes o el parqueadero”. ¡Qué filantropía! ¡Qué deseo de servicio! ¡Qué cuidado con la comunidad! ¡Qué servicio al cliente!  Afirmación ridícula de quien la dijo, insensible e insensata además. Tumbar una casa de esta índole para construir un parqueadero.

Luego, en una nota aclaratoria se escudriñan las normas legales que no permitan que tal crimen arquitectónico se realice a la luz del día y con las leyes que los justifique y mentiras de quienes piensan destruirlo como excusa. También es notoria, en este país de leyes, la eterna contradicción que da pie a los abogados para pegarse a lo que sea de una manera legal, lejos del sentido práctico de conservar la ciudad. Les basta una coma mal colocada, la significación de una palabra, la ambigüedad de las mismas disposiciones, algún  dado olvidado.

Se añade en la misma nota de El Mundo

“La Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura confirmó a este medio de comunicación que “la Casa Botero no se encuentra inscrita en la Lista de bienes de interés cultural del ámbito nacional”. 

Según un documento oficial firmado por el líder del programa Unidad Ordenamiento Territorial del Departamento Administrativo de Planeación Municipal, Jaime Humberto Pizarro Arteaga,  el 6 de mayo de 2011, “se constató que el inmueble posee valores importantes en su arquitectura, los cuales fueron valorados en el marco de la formulación del Plan especial de protección del patrimonio cultural inmueble de Medellín, pero no han sido declarados como patrimonio inmueble municipal mediante acto administrativo que así lo defina”. 

Sin embargo, el director de Planeación Municipal, Jorge Pérez Jaramillo, explicó que “la reglamentación vigente es el Plan de Ordenamiento Territorial (Acuerdo 48 de 2014)”, y enfatizó que “el documento dice que esta Casa hace parte del Componente del grupo indicativo para procedimientos de declaratoria como Patrimonio”, por lo que su desmonte deberá ser aprobado por las entidades competentes.

Acerca de los deterioros sustentados por la Nueva Clínica Sagrado Corazón, Pérez Jaramillo concluyó que “cualquier edificación de la ciudad que esté en una condición de riesgo, si el Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres (Dagrd) determina que debe tener algún tratamiento lo tendrá. Que haya alguna condición de riesgo aplica para los patrimonios y cualquier edificación” y que hasta ahora no ha sido presentado a su entidad soporte alguno de fallas".

Hasta aquí el panorama jurídico a la espera de las agallas y del salvajismo destructor que legalice una posible demolición. Añade Natasha Molina, administradora de la clínica. “No vamos a demoler la casa, la vamos a desmontar, ya que según el análisis técnico de un experto representa un peligro”. Extraña leguleyada entre demoler y desmontar. Y eso que debe ser una profesional en su área, pero una despiadada con el patrimonio de la ciudad. Luego compara el caso con el de Space para cuidar a sus empleados y pacientes. Pero olvida la fatal Natasha que el Space debió su caída a los malos manejos y pésimos cálculos, y a la voracidad de los urbanizadores negociantes, y el Castillo de los Botero lleva en pie más de cien años. Este último una casa patrimonial y el otro un edificio de apartamentos, que en su mismo nombre indica el arribismo paisa. Esperamos que no haya bufets de abogados a la caza de justificaciones, de influencias, de coimas a funcionaros para justificar este absurdo. Lo cual es una costumbre en un país, en una ciudad, donde se ha perdido el concepto de ley como legalidad en sí que debe ser acatada y que se asume como un ornamento, es decir lo que no existe, lo falso, el oropel de la escritura, en códigos que son burlados a plena luz del día con los antifaces de la excusa y de la burla, del vencimiento de los términos, del silencio hasta que los procesos precluyan, dentro de ese concepto de la ley no como ordenamiento sino ornamento.

Recordemos que el poderoso sector de la salud con gabelas oficiales también ha causado estragos arquitectónicos en el barrio Prado, y en el conjunto arquitectónico del Hospital San Vicente de Paúl, bajo el lema beatífico de servir a la comunidad.  

Este truco, este engaño, para la destrucción de nuestro patrimonio, se ha manifestado a través de la reciente historia de Medellín para cambiar y para obviar la exigua y débil reglamentación en este sentido. Ya desde principios del siglo pasado conocíamos una de las triquiñuelas preferidas: incendiar las casas para justificar su demolición. Nadie revela cómo se incendió de una manera inexplicable lo que quedaba de la Farmacia Pasteur; cómo se abandonó durante unos cincuenta años la sede del Manicomio de Aranjuez; todos los años de olvido de la casa Barrientos; la destrucción adrede de la Estación Villa -en una sola noche con las técnicas más elaborados de los asesinos- la derribaron; cómo se dejó deteriorar la cárcel de la Ladera; como se cerró el Palacio Nacional para justificar su venta a un mercachifle; cómo se destruyó el Pasaje Sucre burlando las premisas legales dando pie a un premio internacional, el Atila, al alcalde destructor. 

Total. Medellín no supo, no sabe qué hacer con su patrimonio histórico. O si sabe, verlo en fotos, y no poseer la posibilidad de vivirlo, de parparlo de saber mostrar con orgullo esa ciudad que pudo haber sido una obra de arte construida por tantos ingenieros, por tantos arquitectos, por tantos maestros de obra, pero que poco a poco es destruida por cada generación que nunca supo de la valiosa historia cotidiana de la ciudad.

Un poco de historia del Castillo de los Botero

Francisco Navech, ingeniero arquitecto y electricista, radicado en Medellín, fue quien diseñó la casa de Ricardo Botero a finales del siglo XIX, donde el nuevo urbanismo había ideado otros rumbos por el Paseo de Buenos Aires (Ayacucho). Por esa calle llena de historia, en las madrugadas se escuchaban los cascos de las recuas de mulas dirigidas por los míticos arrieros que se dirigían de Santa Elena a Rionegro. Los planos para la casa fueron elaborados por Juan Lalinde quien en dos de sus construcciones: la casa de Manuel Uribe Ángel (demolida) y la del fotógrafo Pastor Restrepo, dispuso mansardas sobre el techo de su último piso.

Navech, de nacionalidad italiana para unos; francesa o catalana para otros, pertenecía a la comunidad de los Hermanos Cristianos. Había llegado con ellos al país, a Medellín, en 1897. Luego, en 1902, Navech elaboró los planos y dirigió la construcción del templo en estilo gótico Nuestra Señora del Sagrado Corazón de Buenos Aires, contiguo al Castillo de los Botero, principiado a construir por el Vicario del Arzobispado, Víctor Escobar Lalinde, pero terminado de construir, entre los años 1902 y 1907, por Horacio Merino Rodríguez. 

Navech, al retirarse de la comunidad, se fue a vivir a Fredonia donde construyó, en 1913, el acueducto y ayudó en la instalación de la planta eléctrica y la de Aguadas en 1914. También en 1916 ensambló en Amagá la planta eléctrica. Como si fuera poco también diseñó los planos para la iglesia del Poblado. Su profesión lo había llevado a diseñar el edificio Miguel Vásquez B., Incluso allá tenía su oficina. Esta edificación luego fue demolida para construir el actual edificio del Banco de Colombia, ahí en Colombia con Bolívar. También había diseñado la fachada del colegio de San José en la Avenida Juan del Corral entre Maracaibo y Caracas (demolida) y la casa de Juan Pablo Villa en Palacé (demolida). 

Francisco Navech adecuaría su apellido al español y terminaría llamándose Francisco Navache Sabi o Francisco Naveche. Se había casado con Carmen Emilia Escobar Montoya. Francisco Navech murió en Medellín en 1924.

El Castillo de los Botero comenzaría a poseer su halo particular: se convirtió en un punto de referencia para los visitantes. Jean Peyrat en su Guía Ilustrada de Medellín, 1916, recomendaba al turista subir por Buenos Aires hasta la Puerta Inglesa, y al regresar por el mismo camino, que se detuviera en la capilla de Buenos Aires cerca a la casa de Ricardo Botero ya que desde allí obtendría una hermosa vista de la ciudad. Allí, en esa mansión, se llegaron a celebrar secciones de espiritismo y de masonería, costumbre arraigada entre los exportadores para averiguar las cotizaciones del dólar en Nueva York, el alza o baja de los precios del café, ante la lentitud del telégrafo. Esta fama dudosa en la calenturienta Medellín, llevó a que más tarde doña Mercedes Saldarriaga de Botero, y sus hijos, donaran los terrenos para la construcción, contigua a su casa, de la iglesia de Nuestra Señora del Sagrado Corazón.

En el libro La Ciudad 1675 1925 de Agapito Betancur, dice: “Entre las residencias privadas, en la ciudad y en los campos, son dignas de mencionarse la de don Ricardo Botero en el Paseo de Buenos Aires”. La casa hacía parte de un conjunto más grande conocido como El Castillo de los Botero, integrado a la iglesia. 

Ricardo Botero Saldarriaga había nacido en 1869. Estudió en la Universidad de Antioquia y en Europa. Heredó con sus hermanos la fortuna de su padre José Miguel Botero Pardo casado con Mercedes Saldarriaga. 

Descendientes de José María Botero Arango, José Miguel y Pedro Luis Botero Pardo, se casaron respectivamente con las hermanas Mercedes y Matilde Saldarriaga, quienes tuvieron negocios personales aparte de los de sus esposos. Luego de la liquidación de la firma Botero Arango e Hijos, las hermanas Mercedes y Matilde Saldarriaga de Botero y sus hijos crean en 1898 Boteros y Cía., siendo Carlos y Ricardo Botero Saldarriaga los administradores de la compañía.

La actividad económica de los Botero consistía en ser agentes de negocios, comerciantes, comisionistas y su correspondencia refiere transacciones con dinero de remesas en el exterior, cuentas de crédito, pedidos, compras y remisiones de café, ganado y otros artículos para uso particular, informes de cuentas y estado de las distintas haciendas.

En su magnífico libro, Buenos Aires Portón de Medellín, Orlando Ramírez Casas, nos informa que a los Botero se le deben cuatro construcciones de postín: su castillo, de corte republicano; la iglesia, de estilo gótico, y los edificios Mercedes y Matilde, de arquitectura colonial. Estos dos últimos situados en el Parque de Berrío que fueron demolidos para erigir la actual sede del Banco de la República.

En el Castillo de los Botero, en 1956, funcionó la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la U de A. y desde 1970 hasta la fecha de hoy doy la Clínica del Sagrado Corazón.

Esperamos que los dueños de la Clínica del Sagrado Corazón sean asistidos no solo por médicos y consejeros sensatos con la ciudad, sino que eleven oraciones, maitines y plegarias al Sagrado Corazón de María para que los vuelva más concienzudos y les dé una luz de esperanza, ya que salvar un edificio de esta índole es como salvar una vida de las cuales ellos seguro son muy meticulosos.



No queremos que Medellín sea la más demoledora

4. Festival Alternativo de Poesía de Medellín. Bienvenida a Gabriel Jaime Caro

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4. Festival Alternativo de Poesía de Medellín. Bienvenida a Gabriel Jaime Caro


Gabriel Jaime Caro

Víctor Bustamante

Gajaka ha regresado de Nueva York, donde reside a veces la mitad del año, o donde pasa temporadas desiguales. Allí es posible saber cómo participa en velas poéticas, en programas de radio por Internet. O sea la poesía lo mantiene ocupadísimo rodeado de sus grandes amigos de diversos países donde confluyen la escritura y la amistad. Pero hay algo que lo define: siempre permanece atento a Medellín.

Ahora en esta noche de enero unos amigos le hemos dedicado una reunión para celebrar su llegada desde la ciudad del norte de donde llega con esa vitalidad tan suya, con esa poesía, con su sello personal, a borbotones, para decirnos que por supuesto él está presente, que reinicia así, sus labores poéticas, con ese sello tan personal que le hace falta a la poesía del país, enmarañada en falsas solemnidades o en la fantasía de papel de la solidaridad de los negociantes y salvadores de la poesía entre comillas del universo como ellos se autodenominan.

No, Gajaka es un ser autentico, y de ahí que su poesía pronuncie su personalidad su carácter alegre, la majestad de su palabra como nadie lo ha expresado en el país de los ocultamientos.

Para él nuestra bienvenida, nuestra solidaridad sin cortapisas, nuestra admiración, así a veces cruce la frontera del neonadaísmo que es su verdadero ser, y se oscurezca en el neobarroco como su apetito poético.


 Para él nuestra bienvenida, nuestra solidaridad sin cortapisas, nuestra admiración, así a veces cruce la frontera del neonadaísmo que es su verdadero ser, y se oscurezca en el neobarroco como su apetito poético.

Últimamente lo vemos visto muy chic en las redes sociales. Sus amigos Gustavo Zuluaga,  Carlos Alberto Álvarez, Helena Restrepo, Rubén Vivas, Fernando Rivillas, Carlos Enrique Ortiz, y Carlos Alfonso Rodríguez, entre otros, le damos una cordial bienvenida a la Ciudad más Demoledora.


Medellín / Manel Dalmau Etxalar

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Medellín / 


Manel Dalmau Etxalar

"Se apaga el sol al sur de Medellín. Se respira una furia que escupe frenazos, estafas, balazos y navajazos. Los peatones atraviesan con un miedo desatado a ser atropellados en los pasos de cebra, o a ser atracados en la esquina sin nombre, o asesinados en los callejones sin apellidos. Es el pánico diario de una ciudad con leyes invisibles, donde los turistas buscan polvos mágicos y los hambrientos devoran las partículas de la miseria.

Medellín es una villa vestida de novia decepcionada, que se le corrió el maquillaje de la eterna primavera con el sudor de los aguaceros y el temblor de un sol impertinente. El amor es un caso sin resolver, la capital del departamento de Antioquia tiene la etiqueta de antro peligroso, donde la amabilidad es un truco y la cortesía una trampa. Así es retratada por cronistas extranjeros atrapados a sus clichés, periodistas de lenguaje amarillo o visitantes perezosos.

Y Valentín se pasea por Medellín del mismo modo que se dejó llevar por la Barcelona yonqui, el París racista, una Nápoles de camorra, un Buenos Aires traidor o una Nueva York sin ideas.

Y Valentín, amante eterno, encontró la cortesía del amor a los pies del desconsuelo de mármol barcelonés, en el cementerio parisino de Père Lachaise, en el horizonte marítimo del puerto napolitano, en la boca gritona bonaerense, o en la pequeña Italia neoyorquina.

Y en una noche cualquiera, en esta furiosa Medellín, Valentín encuentra confesionarios con sosiego en algunos parques sin cagadas de perro, en algunas orillas de aceras sin peatones, en grotescos rincones pintados con luz de gas, en esta ciudad colombiana fascinante, con su rostro sin muecas, con su amor derramado por todas partes, es otra Medellín, la de gente trabajadora, la de la creatividad que se mueve con más ganas que buena estrella, la de amores y amistades que sobreviven a las etiquetas, a la violencia, a la soberbia.

En la esquina de la casa museo Otraparte, esa que sobrevive frente a una gasolinera con recelos y restaurantes de mordiscos chatarra, hay una puerta de hierro fundido con una frase en latín:

“Cave canem seu domus dominum”.

Esa puerta abierta como una boca de quijada rota, te lleva al universo eterno de Fernando González, un brujo antioqueño, colombiano, latinoamericano, de mundo redondo y completo.

Por allí vivió con su esposa, sus brisas, sus hijos, sus lluvias, sus hermanos, sus espíritus, sus amigos, sus pensamientos.

Hay un jardín, saqueado con orgullo por las manos de los desheredados de esta ciudad, caminado en silencio por los lectores de la vida, descubierto por la curiosidad de los viajeros, coloreado por las paletas de los artistas, fotografiado por las pupilas de las princesas, grabado por las avenidas de las televisiones, añorado por nadaístas, anarquistas y locos de la nada.

En ese jardín alumbrado por la sombra de los mangos y las raíces de plantas que hablan solas, donde las ardillas se sienten reinas y las abejas son dueñas del sabor de su miel, se plantaron tres bancas que son como las gradas de un estadio de fútbol, o butacas de un teatro, o asientos de un bus de largo recorrido o de una estación de tren o de un apeadero para el sofoco.

Es de noche honda, con un azabache descarado que amaga la sonrisa de la luna tras esas ramas robustas de los árboles que protegen el jardín de Otraparte y que someten en forma de cruz la transparencia de un cielo desenfocado.

Y en esas bancas se sientan los solitarios, que alumbran sus lecturas con la llama de las candelas, de los cigarrillos o de sus demonios. Unos leyeron a Poe, en busca de Annabel Lee, otros a Bécquer, a Cortázar, a Machado, a Borges, al Rivas o a los negroides de Fernando.

Otros se acercan a las columnas de Universocentro, a los ruidosos artículos del Colombiano o a las calladas arengas de la izquierda nacional.

Algunos de ellos escriben versos, otros relatan viejas historias de malas horas, y tal vez escapan las culebras de la borrachera, las mariposas de amores traviesos o la luz de una condena.

Este jardín de Otraparte es una estación de paso, con amantes que se esconden del ruido, que descubren la humedad del sexo tal vez virgen, o la rigidez de una erección suprema, o los recuerdos de un amor escrito por entregas, o el final de una pasión firmado con un beso de limón.

Son noches que van y vienen, en un refugio que ve pasar las sombras del tráfico a golpe de calma. Cerca del jardín, a pocos metros del rostro de un sátiro garabateado de piedra, con un gesto de ironía por sonrisa, está la greca sobrada de tinto, iluminada con la bombilla que parpadea dudas y que recibe los galantes revoloteos de polillas y mosquitos. Los pasajeros de Otraparte van y vienen, buscando descanso en las bancas del jardín, encontrando sabor con el tinto de esta mansa greca, donde hubo un tiempo donde tomaba Fernando González tragos de palique con los viajeros, y que ahora se la apropian los nuevos locos de esta nave mundana de palabras y nómada de sentimientos.
Valentín agoniza en una noche de Febrero en la ciudad de Medellín, esa ciudad sin primaveras, ni otoños, capital de centros comerciales, cuando el 14 de Febrero es fecha de regalos con disculpas para unos novios torpes, o caricias atrevidas de esposas que comprenden, o versos en los labios de los adolescentes que se besan por primera vez, o amores eternos en los temblores de los más ancianos que han sobrevivido a mil batallas injustas, o ese perdón que llega con paciencia, o ese anillo de compromiso que se pierde en el bolsillo de la mentira, o esos revolcones que llegan sin avisar en los asientos traseros de un coche, o esa botella de vino tinto que se bebe sin prisa y que prende la luz de las miradas.
Cada vez que se muere el sol sobre la ciudad de Medellín, los amantes encuentran rincones como este jardín en Otraparte, donde Valentín, descubre un nuevo lugar donde poder volver. Volver al delirio del caminante, del que busca su destino paso a paso". 
……


Manel Dalmau Etxalar. Nacido en un pequeño pueblo del pirineo catalán cuyo nombre es La Pobla de Segur. Adoptado en la ciudad de Medellín en 1998, paisa chivado desde Enero del 2010. Periodista, documentalista, historiador, dinamizador cultural y onanista compulsivo. Forma parte del equipo de la casa Museo Otraparte desde el año 2010. El “NO” de su gorra es un adverbio positivo y un morfema ácrata. Es un “NO” a la intolerancia, al desajuste social, al abuso, es una invitación para que todo aquel que lo lea, se invente su propio NO. Es un yonqui de la tertulia y un borracho de silencios. Intenta soñar.



26. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. Pedro Justo Berrío

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26. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. Pedro Justo Berrío


No seamos injustos con Pedro Justo

Víctor Bustamante

Alguna vez decía Carlyle sobre la importancia del papel de los grandes hombres como referente para la formación de una mentalidad. Claro que eso ocurrió hace algunos años. A él, a Berrío, le podríamos aplicar estas mismas palabas del inglés: "La democracia es la desesperación de no encontrar héroes que nos dirijan". Eso fue Berrío, un político destacado, casi con la veneración de sus ciudadanos. En Medellín Pedro Justo Berrío se ganó ese apelativo de un grande hombre debido a sus ejecutorias, y probidad, no en vano en su monumento en el Parque de Berrío fueron escritas estas palabras: “Al incorruptible y modesto ciudadano Doctor Don Pedro Justo Berrío?”

A los pocos años de muerto la ciudadanía quería tributarle un homenaje, y lo hizo, dándole nombre al parque principal de la ciudad, y además eternizando su memoria con una estatua. Fue el primer gobernante antioqueño de una probidad  absoluta y de una  ascendencia total. No creo que en la actualidad existiera unanimidad para que un político contemporáneo mereciera un homenaje de estas calidades. Son tantas las veleidades que uno se pregunta qué ha pasado en estos cien años para que ese ejercicio sea tan discutido. Para muestra un botón sucio: un diputado copió de El Rincón del Vago, en Internet, parte de su tesis y ahí sigue campante. No hablaré de otros casos, más deleznables, por una razón de peso, más de un rostro, iba a decir, de muchos de  nuestros dirigentes se caería como una máscara en el Festival del Diablo. Maquiavelo es su cartilla predilecta.

Carrasquilla recibió clases con Pedro Justo y narra cómo era Berrío, un hombre con sentido común y deber civil que caminaba por las calles para dirigirse a la Universidad de Antioquia, en la Plazuela de San Ignacio.

Luego de abandonar el cargo Berrío se va a vivir a Santa Rosa pero debe volver a Medellín debido al daño que le hacía a su salud el intenso frío de su ciudad natal. Se instala a vivir en la casa 102 entre Carúpano y San Félix, que la construcción de la Oriental destruiría.

Hasta aquí las huellas del ámbito vital de Berrío se han borrado por sus mismos herederos políticos. Es cierto un político aclamado y probo parece no existir y señala sus ejecutorias.

La ordenanza número 26 del 4 de agosto de 1890, mandó a erigir una estatua en homenaje a Berrío. Los contactos se realizaron en París donde se envió la propuesta a Juan C. Ordoñez, y este al señor Emiliano Isaza, secretario de la legación colombiana ante la Santa Sede que contacta a Giovanni Anderlini discípulo de Tenerani quien había ideado la estatua ecuestre de Simón Bolívar en Bogotá. El gobernador le envió a Ordoñez, intermediario, tres pequeños retratos de Berrío, uno de ellos de cuerpo entero, un boceto con la acostumbrada postura de Berrío con los brazos cruzados y en traje civil. El dibujo modelo lo realizaría Fráncico A. Cano, el contrato y copia de la ordenanza también se enviaron a Italia.

El día 29 de junio 1895, onomástico de Berrío, se realizaría la ceremonia de descubrir la estatua. Los planos del parque los realzaría el arquitecto Antonio J. Duque.

Este texto se extiende un poco, solo quería referirme a algo inaudito: la situación actual del monumento a Berrío en el parque, lo han cubierto con una base redonda y han encapsulado la estatua de Berrío en una caja blanca, donde se lee “Paisa compra paisa”, y en la base, “Orgullo paisa. Desde diciembre ese armatoste ridículo cubre a Berrío de toda la magnificencia de su obra, de lo que proyectó para la grandeza de un departamento.

He averiguado en la red y en ningún lugar del mundo he visto cubierto el nicho de  las estatuas que hacen homenaje a sus héroes para vender sanduches, perros calientes, chicharrones, pescado o jugo, o la yerba del diablo. La de Lincoln en Washington la veo intacta en tiempo real con el líder aferrado a su silla. La estatua de la Libertad en New York todavía saluda a los viajeros con su antorcha en la mano derecha. En Londres el almirante Nelson en Trafalgar Square sigue ahí sin ningún problema. En Paris la estatua de Napoleón aún sigue de pie sin ser cubierta por nada que oculte su memoria y su presencia, síntesis de su legado.  En Madrid el monumento a Miguel de Cervantes luce primoroso bajo el sol. Julio César en la Plaza Santa María Nova en Roma está intacto y pendiente de la ciudad que ayudó a forjar. En Roma hay unas 2500 estatuas que imprimen su sello y el peso de su historia a la ciudad. En Medellín unas se las han robado, otras las han despedazado y así.

Qué dirán los turistas de la ciudad más innovadora, de la ciudad más educada, que hasta sus grandes hombres son desplazados y tapados con un cubículo y publicidad demagógica, es decir olvidados por una generación de tecnócratas que no sienten el pulso de la ciudad, del Centro digo, y anoto, del Centro abandonado a su suerte. ¿Hay gerente del Centro?

No sé si las estatuas sean consideradas adorno  o patrimonio en ese maremágnum de legislaciones que nadie responde. Somos kafkianos a morir. Seguro no aparecerá el funcionario que dio la orden menos el gerente del Centro. ¿Hay gerente del Centro? Iba a referirme a los concejales pero estos deben estar en campaña desde el primer día de su legislatura. 

Teníamos noticias del carácter mercachifle de los paisas al destruir casas patrimoniales para abrir negocios, pero si miramos las diversas fotografías de Berrío en su monumento es la primera vez que en Medellín ocurre un disparate de esta índole.

La Antioquia vocinglera, la que se extasía con los juegos de chance que ocupan los antes poderosos edificios de los bancos de la calle Colombia con Bolívar, la ciudad de los casinos que remplazaron los teatros, de los estriptis, de los jibaros, los brujos de tarjeta, de las prepagos, la de los vendedores de mercancías chinas del Hueco, la de contrabandistas; se ha apoderado del Centro; eso solo para referirme a una parte; la otra, la de las vacunas y la de los atracos perdura con baja intensidad, y ahora corona su obra con la armadura que le han dispuesto a uno de los antioqueños ejemplares.

¿Hay un encargado del espacio público en la ciudad? ¿Hay dolientes del patrimonio, en este caso los monumentos que poco a poco se abandonan?  La incuria a Berrío hoy es equiparable a la desidia con el monumento a Cisneros en la época de El Pedrero.

Inicialmente pensé que se trataba de una instalación a la manera de Christo que tapaba con mantas de tela edificios, incluso el Pont Neuf, para tomarles fotografías. También llegué a pensar que algún imitador de las bagatelas de Jeff Koons había decidido crear una instalación, pero este cachivache que ofende y esconde al héroe lleva más de tres meses cambiando la historia y la ha degradado al folclor del más bajo calado: situar un cacharro que servirá para el escenario de los cantantes varados de diciembre y luego para la venta de chicharrones y jugos, tinto, cerveza, tapetusa y whiskey Old Parr 100 años destilado en Manrique, y música guasca para poder ocultar el monumento a uno de los antioqueños ilustres, que en realidad sí lo fueron.

Es cierto, Medellín se precia de realizar eventos internacionales de gran vuelo, pero en el fondo la mentalidad de montañeros con corazón municipal aún perdura. La ignominia a Berrío es apenas un escudeto del descuido.




Guillermo Cabrera Infante, Forever / Víctor Bustamante

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Guillermo Cabrera Infante, Forever

                                                                   Para Miriam Gómez

Víctor Bustamante

Cuando el boom literario vivía su apogeo, también existía otra connotación: ser de izquierda para posar de consecuente con ese despelote monumental que es y ha sido Latinoamérica. Era le época de los dictadores de derechas o militares con sus golpes de estado. Solo brillaban, como respuesta, quienes eran amigos de Fidel, sí, el tirano. En un comienzo estuvo Vargas Llosa hasta que sucedió lo del premio en Venezuela y el denunció a Haydee Santamaría por invitarlo a que le dieran el premio al partido comunista venezolano que así mismo ellos luego reembolsarían el dinero del premio. Luego Cortázar, a pesar de su lucidez, se convirtió en un viejito verde de la política al escribirle a Castro pidiéndole casi excusas y diciéndole, caimancito, solo por haberlo criticado. 

La ruptura del boom fue en el caso Padilla cuando Goytisolo le pidió solidaridad a García Márquez. Este se excusó, todo en él era así, eterno enamorado del poder, genuflexo siempre convivió allí. Por eso en el Otoño del Patriarcaescribía sin darse cuenta de la tragedia y pantomima de su amado Castro. Cínico le diría Sontag. Nunca le perdonaron a Borges haber hablado sobre Pinochet, mientras todos los que apoyaron a Castro ocultaron y no se dieron cuenta de la clase de tirano que se incubaba desde otra dirección. Terminaron criticando a Borges que fue marginado por los llamados intelectuales de la perversa izquierda que ya dominaban los medios. El otro grande, Cabrera Infante, casi se le considera un apestado.

¿Y qué ocurrió luego con Cabrera infante? Fue marginado por sus propios amigos del boom. Y a más de eso cuando se iba a exilar en España los tentáculos del castrismo lo impidieron y debió irse a vivir a Londres. Solo una persona lo acompañó en su resistencia de disidente que era la única posición política clara: Miriam Gómez su mujer. Y un gran escritor que fue capaz de criticar los abusos y mentiras de Castro, Mario Vargas Llosa.

Y por supuesto, que con sus ensayos nos abrió los ojos con respecto al trato que muchos personajes de izquierda latinoaméricana le daban al tirano caribeño. La situación en La Habana no era como habíamos pensando. ¿Libertad?, pura palabrería, y lo peor, a pesar de ese libro de denuncia, de la situación cubana, Mea Cuba, muchos intelectuales  aun piensan que al vanguardia es el régimen desueto de un emperador del odio como es Castro.

Hasta aquí una forma sucinta de su claridad política, y de su valor civil al denunciar el ambiente político y social en declive de la isla.

Ahora hablemos de literatura.  

En la década de los años 70 se leía con denuedo Tres Triste Tigres de Cabrera Infante en Medellín. Aun andaba embelesado con Cortázar y con Onetti de quien no he perdido mi amor. Incluso hubo un lugar, que prefigurará luego: los bares de salsa de la ciudad, en su homenaje: Los Tres Tristes Tigres donde nunca fui. Pero en ese tiempo no quería leer a TTTporque lo asimilaba a novelas pesadas y aburridas como las de Carpentier, como las de Jorge Icaza y Ciro Alegría que eran las enseñadas en los colegios como referencia. O la de algunos autores de Centroamérica, como Asturias,  que sus libros se me caían de las manos.

Nunca quería leer a Cabrera Infante. Hasta que un amigo, un hombre llamado Jesús, me llamó y me dijo, léete ese libro: La Habana para un infante difunto. Confieso, lo leí de un tirón, y aun lo sigo leyendo como todos los libros de Caín. Me gustaba esa manera de Cabrera Infante de acercarse a lo popular, a lo erótico, al habla, y a un campo donde pocos escritores incursionaban como es el cine y la vida en los teatros. Y a más de eso a caminar de su mano por las calles de La Habana. y así, sentir esa ciudad como si la transpirara y transitara cada que lo leo. Luego sus libros me abrieron esa buena dosis del mundo que me hubiera gustado escribir, y de él lo aprendí, y por eso su presencia en mi escritura, es la presencia de mi maestro. Sé el plano de sus calles, de los lugares donde vivió, de sus paseos en su auto por el malecón, de las noches habaneras, de sus mujeres.

Poseía el mito de los escritores que viven y traspiran la ciudad. Uno de ellos, Joyce y Dublín, pero sospecho que es por la traducción que hacer perder el color local, que es lo que da peso a la literatura y no me llega. Uno lo lee pero algo falta en las traducciones. No sé qué es; pude ser el significado de  las palabras. En la traducción eso, su tono, se pierde.  No encontraba en Cabrera Infante, el tono intelectual de algunos escritores de su generación, que matizaban, pensaban sus escritos con cierto apartamiento que hacen perder lo valioso en la literatura, la pasión.

Cabrera situaba La Habana en toda su dimensión y con su transgresión. Me sentí  mirándome en sus libros, y en él vi lo que pocos escritores, por su incuria en no conocer las ciudades, sí hizo Cabrera: uno siente La Habana descrita y escrita en sus calles, sus cines, en sus plazuelas, en sus personajes. Cabrera en ese sentido da dimensión a la ciudad, la vive, la ausculta. Y no solo eso, capta de oído lo que se hablaba y la música, por supuesto, no escapa a su peregrinaje. En él está la cubanidad en su grado máximo.

En La Habana para un infante difunto se aparta de su amado Joyce que tanto lo influenció en TTT. Lo cual no es ningún dato sospechoso. Uno viene de algún escritor. La originalidad no existe sino en los escritores que se leen, que te antecedieron. La originalidad de la escritura está la tradición literaria. Uno viene de alguien. Con La Habana para un infante difunto, escrito en el exilio de verdad, no el exilio rosa de algunos escritores latinoamericano que lo fingieron en Europa, Cabrera nos abre las puertas a la lectura de El Satiricón y al poder de la nostalgia descrito por Proust. Él da otra dimensión a La Habana, La Habana del recuerdo, tan nítida, que uno la siente. No La Habana destruida por la utopía de la revolución, convertida en el negocio particular de una familia que masacró la economía de una isla. Una Cuba que era reconocida y estimada en el mundo por sus intelectuales por su carácter, siendo rebajada a una simple provincia del marxismo tropical y a la pobreza.

Hace 10 años se murió en Londres Guillermo Cabrera Infante, mi maestro, uno de mis grandes y amados maestros de la literatura. Él nunca calló ante los crímenes del castrismo y su lucidez aún se mantiene intacta. Así haya muerto en el exilio, perdura su honestidad intelectual, su compromiso con la literatura. Siempre escribió sobre lo que él quiso, nunca novelas por encargo, lo cual lo sitúan en el país amado de los grandes amigos con los cuales se busca una buena conversación y el continuo aprendizaje que es la vida, el proceso de creación de un escritor.

Hoy le podría contar al escritor, a Cabrera Infante, como sus detractores continúan embozados en el mundo sucio del silencio, del interés y ambición personal, ah, y de la indolencia con el otro, con los disidentes. Le contaría que su país se cae a pedazos. Pero que su literatura, su férrea honestidad intelectual, sus libros, aun nos dan la vivencia, la calidez de La Habana. Pero sobre todo su presencia allá en su casa de Gloucester Road donde su exilio nunca fue dorado.



La viuda de René Char en Medellín / Víctor Bustamante

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No he leído a René Char. Sin él puedo vivir. ¿Qué tiene Char que yo no tenga?


La viuda de René Char en Medellín.
Víctor Bustamante

Poeta triste: Otra vez estoy más desconsolado que nunca me volvieron a negriar, a ningunear, no me tuvieron en cuenta. Mi nombre no existe en ninguna antología, ni en ningún premio, ni en ningún nombre de concurso.
Viuda de René Char: Solo bailo con excelsos poetas, y sin son franceses mejor. No olvido a Rimbaud. Me siento muy cansada de bailar con poetas pobretones y muertos de hambre.

Poeta triste: Soy joven y bello como Rimbaud.
Viuda de René Char: Tonto, tontico. Te falta mundo, no sales de La Playa con El Palo y de estar comiendo pandequesos y tomando tinto todo el día, y de beber pegado en La Buerta. Ese tipo de poetas los detesto. ¿Sabes por qué? Amo el poder, me seducen las relaciones internacionales. Además el dinerillo de cuenta de los poetas no cae mal. No puedes invitarme a viajes a Praga, a Estocolmo, al mar, a congresos a nivel mundial, ni darme más condecoraciones. Las necesito para poder brillar como una galaxia en mis 25. Es medio siglo y mi prestigio no lo puedo echar por el suelo. ¡Quiero la Legión de Honor! La necesito para sobrevivir. Ya superé a Jorge Barón: “Aguita pa'mi gente”

Poeta triste:(Se ajusta las gafas, y la mira de arriba abajo) J'aime ton intrépidité, ton orgueil. Porte-moi avec toi.
Viuda de René Char: Tonto, granuja, háblame en español, soy muy montañera todavía. Te haría caso si fueras Rimbaud.

Poeta triste: ¿Rimbaud? Rimbaud murió hace muchísimos años.
Viuda de René Char:(Realiza una llamada a Bogotá, a Fanny Mickey. Otra a la Oficina Central del Surrealismo en París. El mismísimo Breton le susurra un nombre. Castro no le respondió, está disvariando y chocho). Ya lo tengo: ¡René Char! , si, si, si  ¡René Char! Ese es el escogido. Me han dicho que me internacionalizaría más y más. 

Poeta triste: René Char también se murió.
Viuda de René Char:¿Y qué? Ese es el escogido para este año, solo bailaré con René Char, solo beberé con René Char, solo me le entregaré en cuerpo alma y entretelas a René Char.  Es más, si me invita a Francia y me dan la Legión de Honor solo se le recibiré a él. René Char es René Char. Además es un poeta neutro sin compromisos con la izquierda ni la derecha o sea simularé fraternidad y fraternidad y más poesía. Odio a los disidentes debo mantenerme neutral. 

Poeta triste: Lo sé. Faltona, bailaste con Uribe como diez y seis años seguidos, además bailaste con Belisario, con Pastrana, con Santos. Ah, y hasta con Fidel, y con su hermano: ese par de joyitas. ¿Cómo haces para mantenerte tan atractiva? ¿Te has operado alguna vez?
Viuda de René Char: Es cierto, soy muy gustadora. No puedo negarlo. Todos quieren bailar conmigo. Uribe, es muy delicado y aprieta muy bueno. De él si me dejo amacizar pero si vuelve al solio.

Poeta triste: En el país, en Colombia, hay poetas de primer orden.
Viuda de René Char: Aquí no hay poetas sino esbirros. Sé por qué lo digo.

Poeta triste: Me hubiera gustado que tuvieras en cuenta a Alvarado Tenorio para los 25 años.
Viuda de René Char: De ninguna manera, crítica mucho y mantiene un ego impotable. Un poeta que le escribe a sus gatos me aburre. Además indica que Guillermo Valencia es el poeta más grande de Colombia. Está reloco. Últimamente tiene muchos nexos con Vicente Fernández, ya le publicó una ranchera en Arquitrave. Y además me tira muy duro. Cada rato me trata de prepago de la poesía. 

Poeta triste: Y al gran nadaísta Jaime Jaramillo Escobar.
Viuda de René Char: Es muy orgulloso. No me pasa al teléfono ni accede a mis invitaciones ni a mis fiestas.

Poeta triste:¿Y Jotamario, tu gran amigo?
Viuda de René Char: No, no creo es muy interesado. Aún le falta rogarme más. Debo mantenerlo apartado, es muy mujeriego, y muy político, aunque nos entendemos mucho, hasta comemos en el mismo plato.

Poeta triste: Eduardito merece una celebración en estos 25 años, porque ticinco son ticinco.
Viuda de René Char: No, no cómo se te ocurre. ¿Más nadaístas?  No, de ninguna manera, se apoderan de mi chanfaina.

Poeta triste:¿Raúl Henao?
Viuda de René Char: Menos. Es muy surrealista y ya no me gustan sus haikus. Además le tiene miedo a Drácula. Que lo vieras temblando en el castillo de Rumania. 

Poeta triste: ¿Y Darío Jaramillo Agudelo?
Viuda de René Char: Está muy caído conmigo. Cuando viene a Medellín no saluda. Además últimamente anda muy callado. Le perdió peso a la poesía. No me publica mi poesía en Pre-textos .

Poeta triste:¿Y el poeta costeño que vive en Popayán?
Viuda de René Char:¿Giovanni Quessep? No, no ese es muy borgiano. No, no, aún no, le falta más mundo.

Poeta triste:¿Y Roquita?
Viuda de René Char: Es muy modesto, no aceptará por nada del mundo. Además de pronto me da botella. 
No lograrás convencerme pedazo de alcachofa. No trates de convencerme. No bajo de René Char. Es más, anoche soñé con él. ¡Qué tipazo! ¡Qué gran honestidad intelectual! Sé que no lloraría ni haría cerrar programas de radio porque critiquen mi vestido blanco de satín, ni mi boca de un rojo patrimonio poético. Allá soportan las sátiras de Charlie Hedbo, pero aquí no, quien me moleste o critique le echo la ley.

Poeta triste: Es cierto, René nunca lloró porque lo criticaran ni amenazó y lloró para cerrar programas de radio. Es un tipo de una madurez y de pudor intelectual a prueba de babas. Cariño, tienes razón. Además trataba muy bien a sus amigos y a sus contradictores. Era un libre pensador pero no me distraigas. ¿Por qué no tienes en cuenta a poetas colombianos ahora que te veo en tus 25 años con botox en los labios y silicona en el pechito, y has barnizado de verde y paz tus ideas stalinistas? ¿Cuál es la razón específica, y la otra, la que siempre escondes? Solapada.
Viuda de René Char: No me gusta mirarle el ombligo a escritores colombianos.

Poeta triste:¿Y Rubén Vélez?
Viuda de René Char: No, no de ninguna manera. No me aguanto su voltaje, es muy irónico. Su presencia me hace temblar de miedo, me hace ver mi cara de la simulación.

Poeta triste:¿Y una mujer?
Viuda de René Char:¿A quién? No, no, de ninguna manera aún les falta. Además son muy peligrosas y hacen perder el tiempo. 

Poeta triste: Mmmmm. ¿Y William Ospina?
Viuda de René Char: Me duermo leyendo su poesía. Se ha hundido en la novela histórica para evadir compromisos actuales. No es un contemporáneo necesario. Además, cuando votó por Zuluaga se cayó conmigo. No olvides que me mantengo firme con mis tesis de criticar con la izquierda y cobrar con la derecha. Además me uno a la paz. Es un negocio que da dividendos y dinerillo a la gran bolsa de la poesía. Todo por la poesía. ¿Si o no?
Entiende cabeza de chorlito, en mis 25 añitos necesito poetas que suenen. Oíste bien, que suenen. No estamos para darle coba a nadie. No olvides que somos súper internacionales y fraternales a morir, pero con los extranjeros. Me gusta como hablan, como huelen, sus contactos así sean malos poetas.

Poeta triste: Podría ser uno de los tuyos. Aquel que finge en las fotos de ser un César Vallejo de peluche.
Viuda de René Char: Explícame bien cabeza de chorlito. En mi gabinete no existen poetas trágicos. No me gustan los poetas trágicos ni malditos. Ah, ja, ja, ja, ja, ja.  Ya sé a quién te refieres. Ja, ja, ja, ja. (Se limpia el rímel que le cae de sus bellos ojos claros, y el labial se lo organiza en un espejo de mano).

Poeta triste: Iba a enviar mi anti poesía al concurso pero de ninguna manera lo haré. Seguiré solitario y sin rumbo fijo pero hacía La Buerta. Siempre incomprendido, siempre poeta, hasta más triste y maldito que el mismísimo Rimbaud.
Viuda de René Char: Si la tristeza toca hoy a tu puerta...dile que lo sientes que no puedes abrirle, porque tienes una cita con la alegría. Lo puedes publicar es mío.

Poeta triste: No te burles de mí. Solo te hacía propuestas sobre nuestros poetas mayores, pero vivos. Es más, en Francia nunca harían un concurso con el nombre de un poeta colombiano como contraprestación. Eres una acomplejada.
Viuda de René Char: Y qué te importa a ti. Mi vida es mi vida. Mi problema es mi problema, como dirían Ana y Jaime. Además le aprendí a Santos, hizo cambiar de entrenador de la selección y ubicaron a Pékerman.

Poeta triste: Eso no tiene nada que ver con la poesía. Te ves bella con tu cabello nórdico, muy a lo sueco con ganas del Nobel grande, hasta lograrás el Oscar por esa gran puesta en escena poética cada año con efectos especiales de cuenta del erario público.
Viuda de René Char: Ese es mi gran secreto. Tonto, ¿cómo que no? No intentes seducirme, este año seré la única mujer de René Char. 

Poeta triste: Exaltas poetas extranjeros con dineros nacionales. Me conduelo, me pone súper mega triste.
Viuda de René Char:(Se delinea su boca roja con labial comprado en el Hueco y hace carrizo). Así es la postmodernidad, tonto de tontos.
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27. Medellin: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico Debate en el Concejo Municipal

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  27. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico Debate en el Concejo Municipal


Medellín la más demoledora

Víctor Bustamante


El pasado sábado siete de marzo el concejal John Jaime Carmona, ponente y el de la iniciativa del debate, tuvo la gentileza de invitar a un grupo de personas de la Mesa de Patrimonio, para consignar sus puntos de vista en una sección del Concejo de la ciudad.

De parte de la Alcaldía asistieron la Secretaria de Cultura María del Rosario Escobar, el Director del Departamento de Planeación, la Secretaria del Medio Ambiente, que nunca mencionó ningún plan sobre la recuperación del río para el proyecto bandera de la administración actual, y, por supuesto, varios vicealcaldes. No sé si asistiría el Gerente del Centro, o si no asistió porque le daba pena no mostrar resultados. María del Rosario refirió un hecho notable: la declaratoria de la UNESCO sobre el Archivo Histórico de Medellín.

Por parte de la Mesa de patrimonio asistieron Fadduil Alzate, María Cristina Álzate, Mauricio Benavides, Gilberto Rojas y el suscrito. Además participaron Felipe Vásquez exponiendo sobre Prado y Pablo Aristizábal, anotando la necesidad de conservar la arqueología. Todos coincidiendo en algo común: esa continúa voz de alerta sobre cómo conservar Medellín, que nunca es escuchada por los funcionarios públicos. La ciudad poco a poco es desmantelada para dejarla sin alma, es decir, sin sus lugares caros a la memoria, y rediseñada bajo la condición de desdénpatológica del carrielón antioqueño, que solo le interesa la rentabilidad, de la cual hablaba Fernando González, pero ya no desde el Parque de Berrío, sino desde un helado piso de la Alpujarra: donde reside la desmesura total, la frivolidad total. Allí en esas oficinas de especialistas, el Centro Histórico de Medellín no existe. O sí existe, para destruirlo.

Los miembros de la Mesa de Patrimonio, en este caso el profesor Fadduil Alzate, refirió la necesidad de fortalecer el concepto de patrimonio como una posibilidad de que Medellín tenga una sensibilidad diferente. Cristina refirió el concepto de los grandes nombres de la ciudad, de los nombres suplantados, lo cual da motivo para pensar en los actuales, que le quitan personalidad a los barrios, a los lugares queridos por  sus dueños, donde los poderosos y soberbios urbanizadores, en su departamento de efectos especiales, idean nombres como Urbanización Ellen Ville, El Tesoro, Bosques de Viena,  Ciudadela San Michel, Jerez de la Frontera, Calazanía, Space, Hollywood, y un etcétera de risa, igual como hacen las familias pobres con sus hijos, colocarles estos nombres: Smith, Brayan, Maicol Jakson Agudelo. Mauricio refirió el eterno caso de Prado sin propuestas serias de las sucesivas administraciones. En esos escasos seis minutos referí mas o menos las ideas de este artículo. 

Por supuesto que, como el Patrimonio, es un tema que no causa interés los heroicos medios no estuvieron presentes. Recordemos, estos están ya lejos de Medellín: uno en Envigado; el otro en Los Colores; Tele Medellín en una sede de bolsillo a la salida, por la autopista norte. O sea, divorcio total con lo que ocurre en la ciudad, y a más de eso, algunos de los concejales, con su visible desprecio al debate y a Medellín, se marcharon para otras actividades. Es raro, siempre algunos políticos no están fijos en un lugar, siempre tienen compromisos. El afán los conturba. Que poseyeran el don de la ubicuidad, no les bastaría. Pero bueno, no sé cómo, de los concejales que se marcharon, algunos pretenden ser alcaldes y otros repetir curul sino les interesa la historia, el derrumbamiento de la ciudad, su desmantelamiento, como el proceso perverso de maquillaje y destrucción. Y como, de esa manera, el resultado es una Medellín pobre, sin puntos de referencia, donde según los nuevos planificadores: aquí no ha pasado nada. Adulados y aduladores, piensan que con ellos se inicia la historia de Medellín.

Solo quedaron para el debate, el ponente John Jairo Carmona, y los concejales: Carlos Bayer, Santi Martínez, Nicolás Duque, Ramón Acevedo, Fabio Rivera y Luis Bernardo Vélez. Tres de ellos con sus incisivas intervenciones: Carmona, Acevedo y Vélez. Y un caso extraño: el concejal Oscar Hoyos, y su continua movilidad en el recinto del concejo, y su absoluta falta de seriedad para escuchar. No sé si es un caso de hiperactividad como en los salones de clase, pero el concejal no se hallaba, es muy inquieto, no se concentra, no sé si será así con sus ideas y con sus aportes al buen manejo y decoro de la ciudad.

La propuesta de la Secretaría de Cultura, ya está matizada de una vez en los pliegues de las convocatorias sobre patrimonio: “Entendiendo que el nuevo POT propone estructurar una ciudad más equitativa, sostenible y compacta hacia su centro, es vital pensar en el registro y en la recuperación de la memoria cultural de esos lugares que pronto entrarán en un fuerte proceso de transformación física, para lo cual los proponentes tendrían que aprovechar las diferentes fuentes que existan tanto físicas como vivenciales sobre el Territorio objeto de estudio”. Nada más cierto la frialdad para esta convocaría asevera: “pronto entrarán en un fuerte proceso de transformación física”. Para decirlo no entre líneas ni en el lenguaje técnico: continúa la destrucción de la ciudad. Medellín para muchos funcionarios no merece tener sus puntos de referencia. No sé si será por la influencia de los acuerdos con Barcelona. Aquí una duda, a los planificadores extranjeros poco les importa la ciudad, no la sienten, no la viven, no la conocen, no saben su historia; solo les interesa los contratos, la ciudad en sí, nunca.

Y eso ha servido de excusa para modernizar entre comillas la ciudad, esa Medellín, que poco a poco se queda sin sus edificios, sin patrimonio histórico por el complejo de inferioridad de sus administradores: poco a poco se le crea a la ciudad otra fachada, la fachada del arribismo social: si miramos hacia El Poblado nada tiene que envidiarle a Miami, y en efecto ese concepto de una ciudad sin historia, la miamizacion de Medellín, se da a cuenta gotas, una ciudad que no es amable con sus hombres que la crearon, que la convirtieron en una obra de arte, pero que cada alcaldía con su arrogancia la desmantela con la fantasía de decir que crean otra metropli, la de los eslóganes.

Dentro de ese concepto de arquitectura funcional y del endoso a la rentabilidad: cajones con ventanas y parqueaderos, no existe en estos últimos cuarenta años un edificio que sea amado por los medellinenses, un edificio representativo, un icono como ciudad que se respete, debido a la estolidez de sus nuevos arquitectos y a la necesidad de construir lo más rápido posible para de inmediato no pensar,  sino diseñar y construir otro aún más rápido, más funcional y más simple: síntesis de la voracidad inmobiliaria. Así la ciudad cae en ese despropósito de verla como la Miami paisa, una ciudad sin corazón, que quiere parecerse a otras no a ella misma. El símbolo de ese desparpajo es el Space.

Y no es para menos, ese carácter depredador del paisa, se manifiesta de diversas maneras, algunos loan la colonización antioqueña y niegan los negociados y la quema y tala de bosques. Así ocurre en la ciudad actual, es la colonización de Medellín dada por la presión de los urbanizadores, y los funcionarios públicos sin conciencia y sin formación que la destruyen como sea, no existe un concepto de respeto. Medellín no es un objeto inerme sino una capital que tiene su pasado, su memoria, su presencia, su importancia, su gran legado, y que, como dice la convocatoria, poco a poco destruirán, es decir, los llamados “fuertes cambios físicos”.

El funcionario que más me causó sorpresa y desánimo fue el Director de Planeación, el doctor Pérez, ya que en su informe dirigido al concejal Carmona sobre el manejo dado al patrimonio cultural en las tres últimas administraciones, añade en la parte que hemos mencionado como logros: Edificios Vásquez y Carré, la casa Barrientos, la sede del Archivo Histórico de Medellín, la Casa Patrimonio de Prado, las iglesias: la Veracruz, la Metropolitana y la Candelaria. Además olvidó que la casa de Zea fue restaurada por el ministerio, y que aún se realizan trabajos en El Jordán para recuperarlo, eso sí, lo iluminó el Arcángel San Gabriel, y recordó la casa de Pastor Restrepo, que creo que no conoce, así como no conoce el Centro de la ciudad, sino  a través de los planos que enseñó en el Power Point.

No sé si el doctor Pérez es muy católico y aun piensa que el patrimonio solo son las iglesias, y este concepto de la eternidad y de la fantasía religiosa lo zahiere. Y olvida algo, las iglesias son patrimonio religioso y están cuidadas con celo por sus curas, que entierran bajo el altar sus joyas coloniales, -también de miedo a monseñor López Trujillo-, y lo inexplicable ¿por qué razón revocaron la fachada de la Veracruz?, lo cual es un atentado, es como si los cartageneros pavimentaran sus murallas bajo el prurito de su conservación.

Le recordamos al señor Pérez, que la sociedad civil posee sus iconos que la hacen perdurar, porque han sido y son motivo de celebración de la civilidad. Le recuerdo, para anexarle a su informe y a su olvido, lo que han hecho en materia de patrimonio las últimas administraciones:

1.     Destruir el edificio de la cárcel de La Ladera obra de Agustín Goovaerts.
2.    Destruir parte del barrio la Toma para construir el Edificio de la Memoria.
Destruir el cementerio más antiguo de Medellín para construir un intercambio vial.
4.     Destrucción de la casa de Carrasquilla para construir un motel.
5.    Destrucción de la calle Ayacucho, destrucción del Hotel Bristol. Debido a la soberbia del Metro, que, a pesar de sus consejos, de sus ceremoniosos consejos, para cuando regresemos a casa en la noche, para solicitar, una voz meliflua, dar los puestos a niños, a los inválidos, a las mujeres en embarazo, y a estar alerta, y presente, con los bolsos debido a las manos enemigas, y que luego prosigue con toda esa beatífica ponderación carreñiana, pero olvidó como no respeta la ciudad desde sus inicios la ha arrasado sin dolor.
6.     Destrucción de la vieja casona del Das.
7.   Destrucción del Pasaje Ayacucho que mereció un premio internacional a Don Luis Pérez, el burgomaestre gastón y frívolo: el premio Atila.
8.     El cambio de fisonomía a la Plaza de Toros.
9.     Las justificaciones para que el Éxito se apoderara de la mitad del proyecto inicial del Parque de San Antonio.
10.   El deterioro de la esencia del Parque Arvi.
11.  El deterioro de la Biblioteca España con apenas ocho años de construida, y ahora se desembolsan más de 11.000 millones de pesos para recobrarla. ¿En qué administración sería que la inauguraron con monarca a bordo? ¿Hay pliego de cargos para los responsables?

Otra de las perlas disimuladas en el documento críptico enviado por el doctor Pérez, como todo informe que esconde realidades, escudado en su lenguaje técnico, son las farragosas citaciones de normas y leyes, donde el país santanderiano alcanza aquí un pico altísimo, y, que además, refiere el Macro proyecto de Río Centro, el cual es un adefesio por una razón de peso, el río Medellín, ya no existe, es una alcantarilla. ¿En qué río irán a pasearse las personas, cuando desde años atrás las administraciones le dieron la espalda? Es lo macondiano, lo inadmisible que se realiza en Medellín: un gran proyecto sin recuperar primero el río. Ya veremos los turistas mirando las aguas sucias y acompañados por los olores fétidos y la basura que maltrata sus aguas desde décadas.

Hace unos treinta años se dijo por parte de administración municipal correspondiente que en el 2011 se pescaría en el río Medellín. Debido a los planes para su recuperación, -estaba de moda la ecología-: apareció un diseño para los vertederos, las torres se empezaron a erigir en diversos tramos para tratar su caudal, se construyeron recolectores de aguas negras, aun sin uso, y se insistió de cómo, en el río de Medellín, se podría pescar para ese año milagroso. Esa era la promesa de los estólidos funcionarios: vendedores de ilusiones, culebreros: los peces de todos los colores regresarían, y me vi con una caña y sus aparejos pescando sabaletas, pero creo que leí mal, tal vez sería pecar. Cada diciembre, los funcionarios del municipio y EPM, celebran su Navidad en medio de una cloaca iluminada. Ahí mismo recordé esa obra maestra de Berlanga: Bienvenido, Míster Marshall. Y además aprendí algo nuevo: los culebreros ya no salen al Parque de Berrío sino que los tenemos de cuello blanco en la Alpujarra.

Pero ya lo sabemos Planeación Municipal es el delirio, la fantasía. Las pastillitas, como dice el concejal Moncada. Recuerdo cuando construyeron la Alpujarra. Los nuevos yupies, como odiaban la Plaza de Cisneros, la destruyeron sucesivamente en cada alcaldía.

Cantinas, casa de lenocinios, vendedores ambulantes, almacenes tradicionales, los teatros, la calle San Juan, putillas de baja estofa, bares de tango, fueron barridos por la quimérica ilusión de los funcionarios especializados. Así se quitaban ese paisaje que miraban desde la torrecilla de marfil, donde se planea la ciudad: les molestaba el lumpen: los residuos humanos de la ciudad industrial, ahí al frente, porque algo es cierto como muchos empleados municipales no conocen la ciudad, se les olvidó el factor humano. Total: a los cuarenta años el lumpen de Guayaquil se diseminó por todo Medellín. Eso no lo previó Planeación ni ninguno de los eximios alcaldes, ni quienes les hablan al oído, desde su ciudadela gris-cemento. Luego, ante la improvisación, las calles se guayaquilizaron: putillas de alta y baja estofa, y toda la fauna sexual, habitan cerca de las iglesias, bajo el viaducto, por Juan del Corral, y casi llegan al Parque de Berrio, y al Parque de Bolívar, así como llegaron vendedores de todo tipo de droga, jíbaros, vagos, mendigos transeúntes sin oficio, vendedores de ilusiones, de cachivaches, casas de putillas por todos los barrios, casas de vicios. El pequeño y poderoso Guayaquil, nuestro Barrio Chino, se creció en las narices de los administradores de Medellín y nunca se dieron cuenta, nunca les interesó, y a los cuarenta años, ese mismo Guayaquil, o El Hueco, y los Sanandrecitos, impulsado por el contrabando, que nadie ve, cambia su imagen. Lo demás es el deterioro humano visible en la ciudad, y la vacuidad de sus administradores que viven en la fantasía de otra metrópoli.

Total. Estamos condenados a mirar la ciudad en las fotografías de nuestros fotógrafos mayores, y este es el mayor fracaso. No podemos decir que fue debido a la presión social como la excusa más a la mano y sin imaginación. Fue peor, debido a la desidia de los funcionarios públicos que construyeron su castillo de cemento en la Alpujarra y crearon otros sitios con más seguridad e inversión, dejando la ciudad inicial huérfana. Por eso hay varios Medellín: la de los funcionarios que llegan a su oficina en carros blindados y con escoltas que imaginan que viven en Miami y los que la caminamos y la buscamos, y aun no conocemos sus secretos, sus historias, sus momentos de esplendor, y aun el del deterioro mayor, como el de ahora.

De ahí que se invierta en internacionalizar a Medellín, pero dejando la ciudad en su interior totalmente abandonada. Síntesis de un pensamiento municipal donde solo interesa el boato y la apariencia. Urbanizadores y administradores, un cóctel destructivo para la ciudad. Y el espejismo del progreso mal encausado como secuela, siempre miramos hacia los lados nunca al interior de Medellín, o sí al interior, arriba, a las comunas donde se manipulan los votos; los que eligen viven allá.

Cierto, todo ese esfuerzo por construir una ciudad en tantos años, con tanto amor, con tanta donosura, pero según cada alcaldía, aquí no vivieron Girardot, Epifanio, Carrasquilla, la Madre Laura, Abel Farina, Ricardo Rendón, Efe Gómez, Débora Arango, León de Greiff, Los Panidas, Fernando González, Melitón Rodríguez, Benjamín de la Calle, Alba del Castillo, Francisco Antonio Cano, Luis Tejada, María Cano, Fernando Botero, José María Villa, Carlos Vieco, Estanislao Zuleta, Juan Zuleta Ferrer, Lucho Bermúdez, los nadaístas, Luis Alberto Álvarez, Mejía Vallejo, solo para citar algunos creadores. Ah, y por supuesto, sus grandes arquitectos que la matizaron con finura, con su filigrana y detalle. Emilio Carré, Francisco Navech, Agustín Goovaerts, Félix Mejía A., Horacio M. Rodríguez, Juan Lalinde, Enrique Olarte, Nel Rodríguez. Ellos parece que nunca existieron: sus huellas, sus obras, fueron destruidas. Esa es la Medellín actual, la de la desmemoria, la del réquiem continuo: 

LA MÁS DEMOLEDORA.


28. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico: El Camino del Virrey

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28. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico: El Camino del Virrey


La pavimentación del Camino del Virrey


Víctor Bustamante

Lo bueno de Colombia, es que hay leyes para todo, como en botica, mejor como las pócimas de los culebreros que venden una suerte de panacea que solo le funciona a ellos. Después de la rueda que le hacen los curiosos en los parques de cada pueblo visitado, el culebrero se marcha con la ganancia de sus pócimas, y así los compradores embelesados, se dan cuenta por enésima vez que han sido timados. Lo malo en Colombia es que así son sus leyes, se publican en el Diario Oficial para que se promulguen y se cumplan, y en realidad pasan a ser letra muerta.

Todo lo anterior para proseguir con el incumplimiento de parte de los ciudadanos y de los administradores de la cosa pública que se pasan por encima todo tipo de normatividad sobre el tema de Patrimonio.

Dice la Constitución Colombiana: “Son deberes de la persona y del ciudadano: 8. Proteger los recursos culturales y naturales del país y velar por la conservación de un ambiente sano.

Corresponde a los concejos: 9. Dictar las normas necesarias para el control, la preservación y defensa del patrimonio ecológico y cultural del municipio”.
Y el Concejo de Medellín en  el Acuerdo municipal N. 23 del 2009 reglamenta este tema.

La pomposa y demoledora ciudad de Medellín, de la cual San Sebastián de Palmitas es uno de sus corregimientos, que ha sido relegado en este tema de patrimonio, ya sabemos que anda muy enfebrecida adecuándose con la galanura, los afeites, las cirugías plásticas, sus costosos vestidos elaborados por extranjeros para exhibirse internacionalmente a sus exóticos preferidos: quiere ser igual a ellos en finura y apariencia, es decir, para mostrarse al  mundo, para invitar a congresos, para mantener activa su agenda cultural. Es la Medellín de la frivolidad, la del jet set.

Pero es obvio, la destrucción del Camino del Virrey en Palmitas, no da publicidad, no es un tema que convoque, que permita una rueda de negocios. En este sentido se pueden dilapidar altas sumas de dinero en mostrar la ciudad, porque si hay funcionarios que no aman su centro histórico ni lo conocen, menos van a saber que existe Palmitas, su corregimiento más rural, por donde pasa el antes vital Camino del Virrey, ahora poco a poco convertido en una ruina de nuestra indiferencia y perversidad. Y eso que existen disposiciones del Concejo de la ciudad para resguardar este patrimonio cultural. También, como cosa rara, Colombia participó hace poco en un encuentro internacional sobre el tema. Obvio los funcionarios fueron a pasear. Ahí sí la legislación colombiana sobre el tema prosigue en ser letra muerta.

El Camino del Virrey era la antigua vía de comunicación hacia el occidente , y ha tenido diversos nombres: Camino Viejo, Camino del Gobierno. Camino Real. Por esta vía transitaban los comerciantes, viajeros y arrieros  rumbo a Medellín desde Santa Fe de Antioquia. Toda la historia que posee este camino es algo inenarrable en unas pocas líneas, podríamos decir que sin este camino hubiera ido imposible la comunicación de Medellín con esta zona. Por este camino transitó la Madre Laura rumbo a Dabeiba para trabajar con los indígenas Emberá-Katios, y además Jorge Isaacs furioso lo recorrió en 1861, y además escribió:

 De Antioquia a Medellín

"Al fin te diviso,/ hermosa ciudad,/ respiro tus aires/ que vida me dan,/ la vega contemplo/ que moja al pasar,/ la onda revuelta/ del manso Aburrá./ Morir es dejarte/ no vuelvo a viajar".

"Penoso recuerdo/ me sigue tenaz. / ¡Qué sol! ¡Qué camino!/ ¡Qué mula! ¡Qué afán!/ ¡Calor del infierno!/ Me voy a asfixiar; / el brandy envenena/ y el agua hace mal./ Me muero, me ahogo:/ ¡qué insano es viajar!

"Jerónimo horrible/ (te niego hasta el san)/ tus llanos son crueles/ tu pueblo infernal. / De ti fatigado/ llegué a Sopetrán, / al Cauca, jadeante,/ a Antioquia, mortal:/ ¡y vi tantos? vaya!/ ¡qué malo es viajar!"

"Critiquen palurdos/ la vida oriental; / me place, tendido/ sobre ancho sofá/ dormir una siesta/ después de fumar; / me placen las flores,/ la mesa, la paz;/ todo lo que brinda/ voluptuosidad./ Con tales instintos,/ ¿se puede viajar?"

"No dejes, bagaje,/ tu suave compás:/ galopa, galopa?/Llegamos a Aná./ Las cuestas cesaron,/ cesó el pedregal./ ¡Bendita alameda!/ Juro por San Blas/ que en mula y por lomas/ no vuelvo a viajar".

En la fracción que nos corresponde, en Palmitas, a este camino se le conoce con el nombre de Camino Viejo, Camino del Matadero, prolongación del Camino del Virrey, Camino de la Aldea. Añade Carlos Valle: “La Aldea es un pequeño poblado de importancia hacia el año 1800, desde allí la gente subía hacia el Alto de Boquerón, es incluso el camino por donde transitaban desde Ebéjico hacia Medellín. Este tramo de camino viene siendo intervenido desde hace unos seis años, habilitándolo para paso de motos, su intervención ha sido de tal manera que se puede incluso andar en bestia, pero en un nuevo contrato esta modalidad se pierde, el camino posee una alta inclinación que ni para las motos sirve. En el corregimiento de San Sebastián de Palmitas existen muchos arrieros, además, es el corregimiento más rural de la ciudad. Estos arrieros transitaban por este camino para salir de La Aldea hacia el Corregimiento, pero desde hace seis años con lo duro que quedó intervenido un tramo de piedra y cemento en un recorrido de veinticinco minutos por la calle como se le conoce; este recorrido se realiza en cuarenta y cinco minutos por los rieles y cuando la carga es muy pesada dos horas y media por la carretera; cabe destacar que en otra intervención de hace unos quince años cuando empalmaron la vía con la nueva carretera al mar la salida quedó con piedra pero las piedras son inclinadas, por lo tanto la salida es peligrosa”.

Desde el año 2000 el camino lo han estado destruyendo. El Tiempo (2002 de agosto del 20) dice: “Los tramos empedrados están localizados entre los kilómetros 17 y 18 de la conexión vial proyectada, en las veredas la Aldea y la Volcana. Tienen una extensión aproximada de 1.234 metros, de los cuales 374 metros desaparecerán”.

Además, para entretener y desmovilizar a los pobladores, realizaron talleres de sensibilidad de lo que ya saben: cuidar el bosque, y han inventariado la fauna y la flora una miríada de etnólogos, antropólogos,  que después del contrato nunca volverán, porque irán otro lugar a seguir “sensibilizando” a las personas para que acepten la destrucción de su entorno.

En este mar de contradicciones, que son los proyectos que se escriben,  en la página web: WWW antioquia.gov.co., una nota añade: “Rutas camineras del departamento de Antioquia, entre ellas se encuentra El Camino del Virrey", y prosigue “Este proyecto busca generar apropiación del territorio entregando las rutas debidamente mapificadas y señaladas, y se articula al plan de acción de la mesa de turismo de Naturaleza Medellín- Antioquia y al Sistema Departamental de áreas protegidas”.

Y en otro lugar añade: Tabla N. 4. “Diseño de rutas camineras articuladas a las áreas protegidas públicas y los ecosistemas estratégicos, con la producción y publicación de una guía ilustrada de las mismas”.

“Camino con más de 300 años de historia y por el cual transitaron indígenas, colonizadores y arrieros dada su importancia geográfica, pues comunicaba la ciudad madre Santa Fe de Antioquia antes capital del departamento de Antioquia con lo que hoy es Medellín y el sur del país. Luego que el Congreso el 17 de abril de 1826 decreta el traslado de la capital de Antioquia a Medellín, el Camino del Virrey pasó a de ser un camino de tránsito de impuestos a un camino de arrieros y viajeros”.

En la actualidad la JAL de Palmitas, -no sé si habrá corregidora-, continúa la pavimentación del Camino del Virrey, dentro de ese absurdo de los gobernantes y la estolidez de los organismos de control, de los interventores.

Pretendemos ser modernos pero olvidamos nuestro origen. Sin ese camino la riqueza, el comercio y progreso de Medellín llegado del occidente no hubiera sido posible.

Medellín es avara en este sentido, y contradictoria, celebra los Mitos y las Leyendas, celebra la Fiesta de las Flores con silletas a bordo traídas de Santa Elena, celebra El Día de la Antioqueñidad, para dar un sinónimo de falsa presencia, porque en verdad, en los otros hechos, fuera de las celebraciones, no solo destruye la ciudad en su interior sino que sus recursos arqueológicos, su riqueza histórica, cada día la vuelven una ciudad común y corriente sin su herencia cultural. Medellín posee cuatrocientos años, y no puede seguir esquilmando su tesoro: su historia, así poco a poco la degraden.

la destrucción del Camino del Virrey es otro golpe bajo a nuestra historia.



29. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico. La cárcel del Buen Pastor.

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29. Medellín: Deterioro y abandono de su Patrimonio Histórico.

La cárcel del Buen Pastor.

Víctor Bustamante
Para José Fernando Saldarriaga

Cuando inauguraron la Biblioteca de San Javier, Presbítero José Luis Arroyave, asistí como escritor invitado. El nuevo edificio, pero sobre todo la nueva actitud de la Administración municipal, era  impresionante por algo de peso, se descentralizaban las bibliotecas, y parecía que la periferia de Medellín podría acceder a otra manera de integrarse a la ciudad. Se traía la cultura, los parques biblioteca, como una nueva opción de urbanismo, y sobre todo, de ilustración. Pero fuera de los festejos, del torrente de personas curiosas de conocer el nuevo ámbito con la presencia del libro, del festín de la prensa por demostrar la inauguración, me llamó la atención, al frente, una fachada elaborada, diferente a la arquitectura circundante, monótona y cercana, pero con las puertas cerradas. Pensé que se trataba de algo así como una iglesia, o un convento pero era casi lo mismo, y hasta peor, se trataba de la Cárcel del Buen Pastor. No podía creer que quedaba fuera de base en esa ciudad, Medellín, que cada día no solo amplía sus tentáculos a las montañas, arrasa lo que encuentre a su paso, sino que ahí tenía enfrente un bello edificio, y supe, así mismo, que existen edificios de patrimonio, no declarado, dispersos en la ciudad, que no cuentan con ningún aval que los vuelva perdurables. Y no era para menos, las cárceles y los manicomios,  debían ser construidos en los extramuros: el delito sufría el escarnio de ser alejado del entorno al cual le causaba daño, pero además era una suerte de castigo ese alejamiento, ese estigma de la maldad al ocupar terrenos lejanos del Centro. Lo evidencia algo de peso, en los libros de celebración de la ciudad, en los textos con una endeble guía turística nunca fueron explícitos estos lugares. De ahí que el manicomio y las cárceles serían sacadas del Centro, de ahí que en este alejamiento sus reclusas sufrían el  manto de olvido que cubría su existencia y el rechazo a sus delitos, lo mismo ocurría con su instalaciones: se les endilga ese estigma de ser sitios de reclusión y por lo tanto se confinan con esa misma saña con que se refieren a un preso. Las cárceles se convertían en una suerte de exterminio de los llamados vicios. Cada que se construían sus sedes lejos del centro de la ciudad, la irrupción de nuevos barrios obligaban a su desplazamiento a otras zonas más alejadas. Es cierto. Nadie quiere convivir con el delito, nadie quiere ver  a los enajenados. Estorban.
Esta cárcel del Buen Pastor fue construida con auxilios de la caridad y servicios públicos concedidos por el Concejo de Medellín en los suburbios de la América, fracción, le dirían. La América eran unas pocas casas, un núcleo  social alrededor de la iglesia Nuestra Señora de los Dolores y al frente, la Placita con un teatro parroquial y un busto de Bolívar, que en la ampliación de San Juan se llevaría. Sus veredas eran San Javier, -donde si situaría la cárcel-, La Puerta, La Loma y El Corazón. Su comunicación con Medellín era por el puente San Juan y en 1920 el tranvía llegaría, y luego, cuando este cesó, regresaría un destartalado bus de dos pisos, el único en la ciudad, y una camioneta como medio de trasporte.
Esta costumbre de alejar las cárceles del centro urbano venía desde Berrío al apartar de la ciudad las cárceles y crear penales en las colonias cerca a Maceo, Patiburrú y Alicante, donde serían llevadas entre otros presos, las meretrices y parejas concubinarias.
En Medellín, uno de los motivos para abrir un correccional para reclusas fue la necesidad de mejorar sus condiciones, ya que en una institución anterior eran recluidas personas de ambos sexos. La cárcel había sido abierta el 24 de julio de 1889 con la comunidad del Buen Pastor. Su primera Directora fue la Hermana María del Sagrado Corazón. El panóptico empezó a funcionar cerca al antiguo puente de las Pizas, hoy Carabobo con la Avenida De Greiff, con 60 internas y algunas religiosas extranjeras. Este puente era llamado así porque había una panadería de unas señoras de apellido Piza a un costado. En enero en 1903 la cárcel fue trasladada a una casa por Pichincha. Allí se hizo la clasificación de condenadas y sindicadas, más tarde funcionó la Universidad de Antioquia, -allí hoy se levantan las torres de Bomboná, las primeras habitacionales de Medellín y un centro cultural: el Ateneo Porfirio Barba Jacob-. El 24 de septiembre de 1912 se abrió la sección gran clase de voluntarias de niñas, de jóvenes y que necesitaban ayuda en San Javier la América. Este edificio fue construido con lo último en materiales de la época, ladrillo y concreto, y es contemporáneo del edificio de Bellas Artes. 
La Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor fue fundada en 1829 en Francia, por santa Eufrasia Pelletier, para regenerar presidiarias e integrarlas a la sociedad. Y, por supuesto, para aprovechar su experiencia así como ocurrió con la idea de crear la policía, sus ideas para conformarlas fueron traídas de afuera, así como ahora la ciudad continua buscando ideas afuera: una de ellas en planear la ciudad, lo que merece un análisis luego. ¿Pereza mental de crear o hay mucho dinero?
Pero sigamos con las monjas, estas llegaron a Colombia en 1890, durante el gobierno de Carlos Holguín, ya que algunas damas bogotanas hicieron los contactos con las religiosas en New York, con el propósito de remediar en parte el mal que ocasionaba la corrupción de la mujer. Esta congregación tenía una aprobada tradición en la custodia y tratamiento de niñas y mujeres en situación de conflicto con la justicia, razón por la que eran las indicadas para administrar, vigilar y controlar la nueva cárcel de mujeres. Inicialmente llegaron al país seis monjas de esta comunidad.
En la Guía Ilustrada de Medellín de German de Hoyos Misas, a esta institución se le llama con un nombre peculiar: Casa de Mujeres Arrepentidas, 1912, lo cual es un pleonasmo, para esconder algo de peso las mujeres que tanto reclaman sus derechos también se habían subscrito al territorio vedado de la maldad, bajo un criterio estrictamente moral en la tierra de las matronas, pero también lejos del ocultamiento en el recinto amplio de sus casas, la calle y la prostitución. Además existía el llamado negocio del bajo vientre. Allí eran llevadas las prostitutas arrepentidas imitación de lo que se realizaba en España desde el siglo XIV. El promedio de reclusas era de 38. Se buscaba rehabilitar  las mujeres presas con diversos: oficios domésticos, corte, bordado, costura, entre otros.
La madre Laura, en su Autobiografía, refiere de una mujer ya convencida, pianista que pensaba también cantar canciones a los indios, que por un descuido suyo no llegó a ser hermanita del Buen Pastor y terminó trabajando en la cárcel para ayudar a otras mujeres, por esa razón no fue llevada a una expedición a evangelizar indígenas a Dabeiba. También, luego de un regreso de sus misiones, añade: “Al día siguiente, domingo, la Madre San José, se vino a Medellín a entregar en el Buen Pastor, dos ovejitas descarriadas que había logrado coger en Antioquia y que habíamos llevado”.
En este exordio a una Medellín que se deslíe en el tiempo  María Tila Uribe nos cuenta: “El golpe con el que les madrugó la Hegemonía dejó en Consejos de Guerra por Rebelión a más de cuarenta personas en Bogotá, veinte en Medellín, otras tantas en Cali, Girardot, Cúcuta y Tunja.  En 1929, María Cano resultó sindicada de culpabilidad en la rebelión; sus hermanas, los niños y las mujeres que vivían de paso en su casa y hasta los amigos que estaban de visita quedaron allí mismo retenidos”.
María Cano, estuvo detenida en varias ocasiones allí, su última prisión fue decretada por el gobernador Julián Uribe Gaviria de Antioquia, a causa de la huelga de ferroviarios, 1934. Dos días estuvo en la cárcel del Buen Pastor sindicada de haber llevado una bandera. A María Cano se le sitió en diversos órdenes de su vida social y política, incluso por sus mismos compañeros. Se le llegó a confinar en el Manicomio. La continua difamación sobre ella difundía sandeces: que envenenaba el agua del acueducto. Las madres reprendían a sus hijas rebeldes y las alertaban de no convertirse en una imagen de “maríacano”.
Durante la crisis de Fabricato, liderada por Bebsabé Espinal, uno de los hechos que hizo estallar la llamada huelga de señoritas en 1920, consistió en solicitar el cese del acoso sexual. El supervisor Manuel Velásquez, flaco, de baja estatura y libido desmesurada, padre de cinco hijos, se había convertido en el terror de las obreras. Cinco de ellas lo acusaron de un posible despido por no acceder a sus chantajes sexuales, y señalaban que por su mediación una de sus compañeras fue recluida en la “Casa de las arrepentidas”, también llamada de “recogidas”, de “perdidas”, o de las “magdalenas”, donde purificaban a las mujeres violadas y mancilladas.
Este señalamiento y reclusión contrasta con la actitud de Helena Restrepo la heroína de Una mujer de cuatro en conducta. Montañera deseada, olorosa a alhucema, llega a Medellín desde la vereda de Santa Elena. Al poco tiempo trabaja en la casa de Roque Alfaro. No le valió ser una sirvienta de postín, fue despedida, al darse cuenta la cuidadosa Susana que Helena, enamorada casera, guardaba, un retrato de su hijo Rodrigo. Helena trata de conseguir trabajo en otras casas. Graciela Alfaro, quien se convierte con el tiempo en la Madre San Ildefonso, trata de auxiliarla con las hermanas Del Buen Pastor, pero a esa muchacha no le interesaba ser monja ni ser esclava y se escapó. Más tarde Helena, nuestra bella de día, soportó la degradación de que cambiaran su nombre. Fue María cuando trabajó en una casa de familia; Carmen Bedoya en el Café del Mediodía; el confianzudo la “Nena” y el afrancesado Doris de La Fontaine, ya una puta elegante y soñada, y, ya arrepentida, sor María Magdalena cuando ingresó a la comunidad de las Magdalenas, como eran conocidas las hermanas del Buen Pastor en Medellín. Otro de sus nombres: la 13 cuando en la Escuela Tutelar y 418 ya obrera de Coltejer.
Pero también a este lugar manchado con el nombre de ser un centro de reclusión llegó una tarde de verano, un domingo, Tartarín Moreira. Este iba en la patrulla celular a conducir unas mujeres apresadas por escándalo público y púbico en Guayaquil. Una de ellas afirmaba que un tipo se le había ido sin pagar su importe efectivo, pero qué el, antes hombre amado, le entregó una plancha inservible como forma de pago en especie, y ella, desnuda y ofendida, lo acorraló en el zaguán y le propinó algunos tijeretazos y mordiscos, “quiero es plata, oíste bien, mi plata, billetes”. Lo que le molestaba era la risa del borracho. Imperturbable la escuchaba Tartarín que ahora se había fijado en una monja, conventual objeto de su deseo. Le había causado curiosidad, como en una epifanía, una monja, que luego se llamaría sor Eumelia del Niño Jesús. No le importaba el nombre menos el hábito; quería habitarla. Desde ahí Tartarín vendría los domingos a soñar con la piel blanca de la monja, que nunca había visitado el sol. Atrevido, no supo que a ella la trasladarían dos meses después para evitar al detective y grafólogo con sus pesquisas y una serenata atrevida. Las monjas, que tenían espías en toda parte, le salieron adelante. Era, es el caso de un detective de personas y una monja de almas. Nunca más la vio. Por supuesto Tartarín no se hundiría en la bohemia alegre debido a este fracaso amoroso, él ya estaba hundido en ella desde hacía años.
A mediados de los años cincuenta en estos terrenos aledaños a la Cárcel del Buen Pastor, llamado paradójicamente, Campo Alegre, sería construido el Cementerio de La América. El paisaje era campestre y arborizado que se conoció como Los Pomos.
Entre los capellanes de la cárcel del Buen Pastor, 1952, menciono a Isidoro López Londoño, que había sido Capellán  del Ateneo Colombia, de las Siervas del Santísimo, de las Carmelitas de El Poblado, y, un entusiasta de la Cruzada Eucarística.
Otro sería Bernardo Merino Botero. Las reclusas idealizaban con su presencia los pecados eróticos que le confesaban, muchos de ellos inventados para alborotarle la libido y ser crucificadas sin desdén, y acercarlo a la ofrenda de su celibato. Monseñor Valencia Cano, su jefe, lo trasladó a Buenaventura. Mucho más tarde el bello Bernardo abandonó su comunidad, casándose, y continuó con su devoción en una comunidad más abierta, se enganchó en las filas de la Iglesia Anglicana de  la que fue su pontífice hasta jubilarse. Es autor de Yo, pecador, me confieso, donde aborda el pesado clima sin clímax de la vida religiosa. Cierto, el misticismo es la bohemia de la religión.
Otro director también diligente fue, Abad Cesáreo Figueras Palá, español nacionalizado en 1976. Entre la labor de este monje y apóstol, cabe destacar que fue Capellán de la Cárcel de Envigado, de los Eremitas Camaldulenses y de las Hermanas Teresianas también en Envigado.
Corre la historia de uno de sus subdirectores, Henry, que fue llamado por Pablo Escobar, recomendado por los Ochoa, como subdirector de la Catedral. Henry decía que en lugar de cuidar a los presos ellos lo cuidaban a él. Por supuesto, Henry miedoso de perder su jubilación la adquirió allí, y no solo eso, le conseguiría un diploma de bachiller a Pablo Escobar por su buen comportamiento en su cárcel de bolsillo, además el Capo pensaba estudiar periodismo a distancia.
En Mujeres de Fuego de Alonso Salazar, ya la visión y la experiencia de la ciudad corresponden a una época violenta y de narcotráfico, Sandra y Érika, dos grandes amigas de los bajos mundos, donde su espejismo es la droga, los traquetos de alta y baja estofa, las discotecas,  los atracos, ha sido violada, y los excesos definen los rumbos de una vida. Aquí en estos años perdidos, así las series de la tele insistan, nunca interesó en absoluto el perfil humano sino el disfrute y la altanería. Erika ha vivido en apartamentos de la ciudad, uno en la América otro en el barrio Colombia, no le gustan sino los hombres de carro. Le ha tocado vagar por las calles sin rumbo fijo cuando es echada de los apartamentos por no pagar arriendo, tiene un hijo al que no ama, ha sido violada, y no solo, eso conoció la cárcel del Buen Pastor. Eran los tiempos del oasis de la droga, la muerte y su producto más refinado: los sicarios y las prepago:
“—Érika, dígale a ese teniente que no me lleve, que yo no tengo nada qué ver.
Lo agarró el miedo más teso porque ya tenía reseña en la policía.  Al fin le ofreció cien mil pesos al teniente y lo soltaron con casi todo el combo.  Sólo quedamos Boleta, Catío y yo.  Estuve cuatro días en el F2 de Belén, metida en un calabozo con unas viejas muy banderas, que se les veía la cara de malas.  De ahí me llevaron para la cárcel del Buen Pastor.  En la entrada me hicieron empelotar y me revisaron hasta la vagina.  Eso es horrible.  Me reseñaron por hurto calificado. 
Gracias a Dios me tocó en el mejor patio.
Conocí mucho; viendo las mujeres de la cárcel no me considero tan mala.  Conocí una mujer del campo que picó al marido y lo enterró.  Cuando la familia le preguntaba por él decía que se había ido, pero un día descubrieron el cadáver en la finca y se embaló.  Quién sabe qué ofensa le hizo ese man para que ella lo descuartizara, es que los hombres son unos hijueputas ¿sí o qué? Había tres lesbianas implicadas en un homicidio pasional; mataron a una pelada en un lote del barrio Manrique porque traicionó a una de ellas.  Estaban pagando trece años.  Otra loca tremenda le clavó un cuchillo con una piedra en el corazón a la mamá cuando dormía.  Alma, la que fue más amiga mía, mató a un tipo porque quería abusar de ella.
El lesbianismo se ve mucho pero es prohibido.  A la que pillen se va de calabozo tres días.  En "Superación", las lesbianas no comen de puta mierda.  "Venga para acá mamita" y le chantan un beso.  Vos las ves y son unos machos.
—¿Qué se siente con otra mujer? —le pregunté a una de ellas.
—Más comprensión, los hombres son unos traidores.
En la cárcel aprendí lo de las amistades.  En los tres meses solo fueron unos amigos así como a chismosiar pero nunca volvieron.  La única que no falló fue mi mamá; a pesar de la situación económica siempre me dejaba algo de plata.  Empecé a valorarla, a darme cuenta que era lo único que tenía.  Yo a ella la trataba de malparida para arriba.  La cárcel me enseñó a quererla.  Ese fue un semáforo que me puso mi Dios.  A veces me paraba en la ventana a ver las estrellas y a pensar muchas cosas.  En la navidad me dio mucha nostalgia.  El 31 insulté a toda mi familia, los mandé a comer mierda a todos y me quedé llorando.
Pensaba que íbamos a pasar varios años encerrados, no teníamos salvación, pero el papá de Catío le dio un millón de pesos al juez y salimos.
También, en Mujeres de Fuego, Salazar narra la fatal experiencia de doña Fabiola Lalinde madre de un desparecido, que ella con su tesón, logró develar todo ese misterio, ahora escarnio:
“El Buen Pastor es como un internado, simplemente iba a recordar la primaria con las monjas, pero Bellavista era en ese momento la cárcel más violenta del país.
El teniente me llevó hasta el Buen Pastor y permitió que me acompañaran Adriana y Amanda que no me perdían la huella.  Yo les había dicho que los soldados me trataban cortésmente, que se limitaron a allanar con un libreto prefabricado.
—No les digan vainas, ellos no son responsables, la cosa viene de muy arriba —le dije a Amanda.
Entré a la cárcel a la una de la tarde del martes.
—Está detenida por el 180, estatuto antiterrorista —me dijeron.
Me metieron sin almorzar en un calabozo hasta las cinco de la tarde.  Preferí instalarme en las celdas colectivas, unos salones grandes con una fila de catres, donde se podía conversar y ver televisión.  Me robé un colchón para cuadrar mi cama y la organicé bien para que no se notara.  En la noche me pasaron por un noticiero de televisión como narcoguerrillera con banderas del EPL, con drogas, armas...  Todo lo que recogieron en esos días me lo pusieron a mí.  En el periódico también apareció la noticia con tremendo despliegue: "Una operación de las unidades del ejército permitió capturar a Jorge Iván Lalinde y Fabiola Lalinde, quienes fueron hallados en poder de propaganda, brazaletes y dos kilos de pasta de coca".
Prosigue:
“En la cárcel me encontré todo tipo de gente.  Había una niña ingenua que compró una moto robada; otra que estafaba con tarjetas de crédito; una señora muy humilde de Lovaina que vendía basuco; una niña empleada de servicio acusada de habérsele robado unos dólares a la patrona; una maestra que se llevaron los del ejército porque no encontraron al hermano...  Aquí se viola el principio universal de que todos somos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario, a la gente le toca demostrar que es inocente.  En la cárcel están los ingenuos o los delincuentes menores, los peces gordos se saben todas las marrullas para evadir la ley.
Nos levantaban como a las cuatro de la mañana a coger turnos de baño y arreglar el dormitorio.  A las seis y media el desayuno y el conteo.  La dieta del Buen Pastor la puse la "dieta Barco".  El desayuno, chocolate aguado con pan.  A las diez de la mañana, aguapanela.  De vez en cuando un almuerzo titino, con ensalada y todo, pero generalmente es regularcito.  Como a las cuatro dan Moresco y por la noche arroz con papa y salchichas.  Esa semana me tocó servir en la cocina, hice unos pequeños hurtos para mejorar mi dieta.
El juez me interrogó en la cárcel y me ahorré la montada en "la jaula de las gallinas", el temido furgón donde bajan a las detenidas a los juzgados.  Le exigí al juez que investigara hasta el final”.

Pero ya dejemos lo literario, que escribe y describe la vida, y lleguemos a este 2003. Este año el Tribunal de Antioquia ordenó desalojar al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) las instalaciones del "Buen Pastor", Carrera 95 # 42 C 02 (San Javier -La América) por tres años de atraso en el pago de los cánones de arrendamiento que se adeudaban a las religiosas de la comunidad, 363 millones de pesos.
En el año 2010 el nivel de reclusión en el Buen Pastor, según datos suministrados por la página del Inpec, refería 480 internas mujeres bajo la dirección de Orfa Nelly Henao Giraldo. En julio de ese mismo año el establecimiento cierra sus puertas e inician los traslados de las internas al nuevo establecimiento, El Pedregal, ubicado en el corregimiento de San Cristóbal.

Así lo reseñó el 13 de julio de 2010, El Mundo: “Desde el pasado lunes se inició el traslado de las 600 reclusas de la cárcel El Buen Pastor a las nuevas y modernas instalaciones del centro carcelario de San Cristóbal, lo que ha agitado el diario vivir de los habitantes de sus alrededores, especialmente de la vereda Pedregal Alto”.

Paralelamente se da la noticia: “La Alcaldía de Medellín construirá centro universitario en antigua cárcel.
El proyecto abarcará cerca 55.000 metros cuadrados de las instalaciones donde hasta 2010 funcionó la cárcel del Buen Pastor, perteneciente a una comunidad religiosa.
Con una inversión cercana a los $120.000 millones y una capacidad para atender a más de 10.000 estudiantes, la Alcaldía de Medellín en asociación con el Colegio Mayor, la institución educativa Pascual Bravo y el Fondo Medellín Ciudad para la Vida, pondrá en funcionamiento la Ciudadela Universitaria Occidente.
Se trata de un proyecto de educación superior para formar a los jóvenes de la ciudad en programas de humanidades y artes, haciendo énfasis en poblaciones vulnerables como los habitantes de la comuna 13”.

El Mundo, 29 de enero de 2012  daba esta noticia:
Desafectado. “Con los reclamos, protestas, acusaciones, soponcios, impedimentos y gritos al cielo el pasado sábado en el Concejo de Medellín, ahora sí quedó desafectado el proyecto que desafecta el uso de los terrenos de la hoy desocupada cárcel del Buen Pastor. Y la poca conocida iniciativa, aprobada en su primer debate en diciembre pasado en sesiones extras, desde ese sábado ya sí alcanzó la publicidad que merece, mejor dicho ya no está afectada de desconocimiento entre los habitantes de la Comuna 12, concretamente de los barrios Santa Mónica, Campo Alegre y hasta San Javier”.

Continuamos con la noticia:
Un adiós a la antigua cárcel Buen Pastor, Evelin Negrete Tejada
15 de Mayo de 2014, El Mundo.

En el primer semestre del 2015 se iniciará, por medio de Sapiencia, a prestar los servicios educativos de la Ciudadela Universitaria Occidente, que quedará ubicada en los predios de la antigua cárcel Buen Pastor.
De 54 a 60 religiosas residían en el complejo ubicado al lado de la antigua cárcel Buen Pastor.
De internado para niñas con problemas de comportamiento, a centro penitenciario para mujeres y pronto complejo educativo  para los jóvenes de Medellín, pasó a ser el predio de la antigua Cárcel del Buen Pastor, de la Congregación de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor.
La Ciudadela estará ubicada en los predios de la Congregación de Nuestra  Señora de la Caridad  del Buen Pastor, con una extensión de 55.000 metros cuadrados, proporcionando una cobertura de 5.000 estudiantes, inicialmente. Este proyecto tendrá una inversión de 120.000 millones de pesos, del Fondo de Medellín para la Vida, nutrido con recursos de la alianza UNE-Millicom.
“Esta va a ser una Ciudadela para la paz y la no violencia, y esperamos que tenga cabida para 10.000  estudiantes al finalizar las obras en su totalidad. Estamos dando un paso trascendental al adquirir el terreno pero no podemos asegurar que en el primer semestre del 2015 se iniciarán clases a través de Sapiencia, por parte de las tres instituciones de educación superior adscritas a la ciudad de Medellín”, aseguró Gaviria Correa.

La entrega
Por su parte, la hermana Superiora Provincial del Buen Pastor, Cecilia Patiño, resaltó la tranquilidad que siente tanto la congregación como la comunidad, pues el terreno será parte de un proyecto que prestará servicio directo a la comunidad de la zona y toda el área metropolitana.
“Nos vamos tranquilas y satisfechas con lo que hicimos, pues será la comunidad del entorno, a donde se ha dirigido nuestro trabajo, la que será más beneficiada. Pero a pesar de que no estaremos más aquí, continuaremos nuestra labor y aunque estemos en otro sitio, seguiremos acompañando a la misma comunidad con la que hemos trabajado y a otra”, aseveró Patiño.

Los encargados:
Sergio Roldán Gutiérrez, director de Sapiencia, Agencia de Educación Superior de Medellín,  -esta sigla no me cuadra- aseguró que a partir de la próxima semana se analizarán las estrategias arquitectónicas y estudios de suelo para definir  los futuros procedimientos.
“Cuando esté en funcionamiento la Ciudadela Universitaria, está definido que se trabajarán las áreas de Ciencias Humanas y Artes, temas que se impartirán con más fuerza. Inicialmente empezaremos a  dictar las clases, en las infraestructuras donde vivían las hermanas”, dijo Roldán Gutiérrez.

Una pregunta, nadie dijo desde la Administración municipal, menos la hermana Superiora Provincial del Buen Pastor, Cecilia Patiño, en la “entrega”, ¿cuánto pagó el municipio por ese lote para un proyecto de 120.000 millones de pesos? ¿O desprendido, lo cedió el Vaticano? De ser cierto, sería un detallazo.

….

Por supuesto en estas noticias, en estos planes, en estos proyectos, en estos debates, en esta desafectación, nunca se habló de patrimonio; la palabra patrimonio es una palabra que espanta en los negocios, en los planes, en los proyectos, en la vitrina. Los agalludos, y sin control, urbanizadores, la odian. El sector público la menoscaba. Nadie parece que pronunció esa palabra ni las monjitas ávidas de pobreza, las magdalenas, en apariencia pero que valoran sus terrenos, menos los administradores de la Alcaldía y menos los que resguardan la fe pública: los concejales. ¿Y los periodistas? Ilusos y callados, mudos, lelos, con tamaña ciudadela piensan que la noticia no tiene origen ni sentido sino que es la actualidad. Todos estos estamentos, públicos y privados, olvidaron una pregunta, ¿se puede tumbar un edificio de cien años impunemente?


Una visita

Hoy 30 de marzo, en la tarde, he ido con algunos amigos de la Mesa de Patrimonio: Faduil, María Carolina y Gilberto, acompañados por  la historiadora Yezenia Vásquez y Luis Restrepo. Al comienzo se presentaron algunas dificultades: los vigilantes de Dogman no permitieron entrar. Lo cual debimos  sortear con lo más acucioso: tomar fotografías de la fachada, pero para sorpresa llegó el director de Sapiencia, Sergio Roldán, y nos permitió el acceso al interior de la cárcel.
El edificio por fuera ha sido refaccionado muchas veces, con esa actitud de lo burdo característica en los antioqueños, y sobre todo, en el talante de la improvisación, en maltratar los edificios. Y no es para menos, una cárcel sufre ese estigma de ser un lugar desolado y se cree que no vale la pena mirar su edificación a nivel de herencia arquitectónica. La parte, su símbolo, de ser un lugar de castigo no permite que ese lugar sea apreciado de otra manera. ¿Por qué lo digo?, porque al diseño inicial aunque es palpable percibir la parte valiosa de la estructura inicial bien definida, se le notan los bloques apresurados que le fueron agregando, construidos por los diversos contratistas irresponsables que poco sabían de lo valiosa de esa edificación, a lo mejor aceptado por una directora de la cárcel aburrida, y con ganas de irse pronto, perdiendo, en la frontera de su desvarío, la perspectiva de saber que aunque fuera una cárcel este edificio poseía su estructura inicial construida en adobe y con pabellones con techo de tejas, un amplio espacio para el solaz, su lavandería y su capilla. Luego llegarían las diversas agresiones con los diversos bloques de mal gusto que dejaron la construcción como un batiburrillo desolado: el hacinamiento no solo de las mujeres sino que le hicieron perder a esta construcción su diseño inicial.
En la entrada, por la subida a la calle que la separa con la biblioteca, hay una estatua del Buen Pastor de color blanco, sobre un pedestal con retiro de cemento. A la estatua se le nota desnarigada y le falta su mano derecha. Así, con este inicio de la representatividad, ahora en su abandono, porque a esta imagen del Buen Pastor, que fue su nombre y el símbolo de una concepción y poder religioso en 1912, le sigue más tarde la ruina. La estatua descansa sobre el césped de una rotonda que en sus comienzos seguro fue muy visitada, cuando la comunidad del Buen Pastor pensaba corregir, a su manera, a sus magdalenas disolutas. Esa imagen y su decadencia nos da la medida de lo que vendrá después. Y no está lejos este presagio, ya que detrás del Buen Pastor, nunca restaurado y sin dolientes, hay una puerta, perdón lo que fue la puerta principal en forma de arcada, reducida a la mitad con esa continua y tosca reconstrucción que la dejó en otro oficio, como una ventana de color blanco. 
Desde este inicio, su símbolo desueto, que antes, en su esplendor, daba la bienvenida y el alivio a las mujeres a su prisión y las nunca consoladoras visitas, y luego a la entrada gris, con su puerta  cancelada en otro oficio, siguen las diversas pinturas de los grafiteros ocasionales co la configuración de sus letras mofletudas, donde solo interesa el diseño y no su significado. En el frontis es notorio el adorno de cemento granuloso para su entrada que le dio el arquitecto, diseñador. Además se distingue, así como se distinguirá en la construcción inicial, el revoque en su primera lechada en cemento, con la textura áspera de los muros, como si esta primera capa dada con el palustre se superpusiera en los muros originales que también se dispusieron al lado derecho. Luego, las paredes cariadas nos siguen hablando, un aviso de una Institución Educativa que funcionó allí. Entre dos muros de un mismo edificio, la capilla en ladrillo desnudo, separada por otro muro con una puerta de aluminio, donde funcionó el establecimiento mencionado, creo, y un aviso donde se añade: Prohibido arrojar basuras. Ahí comienza el desbarajuste: fue agregada una sección con una muralla alta que termina en la esquina con una garita en lo más alto como sinónimo de vigilancia y poder.
Luego estos muros agregados han sido pintados ya por un grafitero, o a lo mejor, un pintor cercano que le ha dibujado tigres imaginarios, osos y serpientes voraces. Luego, al doblar la esquina, subimos y encontramos una entrada cancelada. Hasta aquí hay una suerte de fraccionamiento con la anterior entrada, con cambio abrupto de arquitectura, más burda aun y, la última entrada real, donde un cartel indica las prohibiciones: no entrar dinero, equipos de comunicación, bebidas y drogas, elementos corto punzantes, tarjetas para teléfonos, medias veladas, gorras, tinturas para el cabello, alimentos crudos, líquidos y frutas, por supuesto que estaban vedados pero en realidad era, es lo que más entraba a este recinto de la corrección y el delirio de pensar que en este correccional saldrían las mujeres más educadas.
Siguen las altas paredes blancas, también cariadas, otra garita y una calle angosta, pero me interesa la otra fachada de la misma arquitectura, que remata la calle: la puerta inicial, casi intacta aunque una losa parece desprenderse. Ahí en la parte alta sobre un nicho la imagen de su fundadora, santa Eufrasia Pelletier portando su enseña, y nada menos que dos ovejas en la base. En la parte del umbral de la puerta un aviso: Hogar San Juan Eudes, con letras amarillas y fondo negro, y una puerta metálica color crema que altera el conjunto.
Pero ahora no voy a referirme a este anexo porque Yezenia nos ha llamado y añade, que ha llegado el director de Sapiencia, Sergio Roldan, que no solo nos permite la entrada sino que nos acompaña y cuenta los proyectos educativos a esa comunidad tan marginal y con la chapa de delictiva que sería redimida por esta ciudadela universitaria. Eso sí nada de patrimonio porque este edificio se va caer según dictamen de los bomberos. Extraño papel de esta institución en un oficio arduo de calculistas, eso sí lejos de aquel que por bajar costos causó un desplome famoso.
A este estilo abigarrado y sinónimo de la representatividad de una cárcel en agregarle y agregarle partes corresponde el tema de los delitos que con el tiempo invadieron el terreno de la mujer, si al comienzo se trataba de evangelizar a las prostitutas y a las mujeres que salían de la norma, poco a poco estas se igualaron al hombre; no solo serían excluidas de muchos temas, sino que también ellas mismas se incluirían en el territorio de la maldad y del desenfreno y de la vida definida desde esta óptica.
Subimos por la puerta que se abre mágicamente luego del desvarío y negativas de Jonathan y seguimos a Sergio por escalas y salones abandonados, derruidos, donde la pátina del tiempo y lo desolado de esa soledad nos conduce a una terraza donde nos explica, al aire libre, los proyectos con esta edificación y el sueño de cambiar la sociedad a través del estudio y de sus oportunidades.
Cuando se marcha el director de Sapiencia, Jonathan el hombre de Dogman, sin su perro, aunque siempre armado se convierte en guía al interior de la cárcel, y poco a poco nos revela algunos secretos: cada lugar y su función.
El paisaje se revela lúgubre, es la poesía del abandono que aparece por cada salón derruido, por cada pasillo lleno de escombros, por las celdas que habitaron tantas mujeres en estado de indefensión, como si las dadoras de amor debieran imitar la maldad para encontrar a la fuerza, aquí, un espacio propicio para su reeducación. Algo sé, somos intrusos en un espacio sagrado para el abandono como sigla principal. Muchas de sus ventanas han sido desencajadas de su espacio, las puertas se notan desvencijadas, los muros derruidos, amenazan. Tanta inversión después y durante tanto tiempo para caer luego bajo la desidia, bajo el abandono, esto solo lo permite el abuso de la riqueza, que denomina de vetusto este edificio, porque lo es en parte, debido a los arreglos y a las ampliaciones, desordenadas que terminaron dejando el espacio en algo indefinible, destartalado: sinónimo de cierto Medellín.
Pero algo es cierto, aún existe la parte antigua, los zaguanes y cuartos, y los muros de 1912 cuando se inauguró con todo el boato, las misas, los ejercicios espirituales y la reconciliación y la perenne idea de sacar adelante a las mujeres disolutas.
Sobra advertir que en esta lógica del abandono, la maleza reclama sus terrenos, las humedades trazan su geografía de la destrucción por las paredes, y los colores de los techos calibran el deterioro y las ruinas, el polvo baña la penumbra y los espacios interiores: salones, celdas y cuartos. En las deterioradas canchas para baloncesto y solaz para broncearse las reclusas ya no perdura el deseo de ser sex symbol, aun fuera en la imaginación o en las visitas arduas y sentidas de sus hombres. El orín corroe las rejas y en las cañerías establece su densidad. La lama invade las paredes persiguiendo con sed las humedades que si filtran y que poco a poco llevan al desastre final. No hay peor deicidio que el abandono, con esto se justifica destruir lo que se hizo un lejano día de hace cien años.
Aquí, en este recinto, aún es notorio el misterio de los rezos de quienes le pidieron a Dios una ayuda, y por supuesto, no la dio, porque pedir es hablar a solas. No sabrían que más tarde, después de algunos años, este mismo lugar no sería salvado de la destrucción, menos sus auditorios o capillas, por ninguna ficción de una mano divina, lo terrenal con su pedantería todo lo redefine.
Y es que recordamos que aquí vivieron desde hace tanto tiempo tantas mujeres, aquí vegetaron y padecieron el encierro desde la beatifica opción desde el comienzo del siglo pasado hasta la penuria y la diversidad de delitos cuando fue cerrada. Ya la mujer no solo salía de su casa donde era expulsada con la letra escarlata a flor de piel sino hasta asumir el papel del asesino, de los drogos, del chantaje de la perversidad política y del juego de la corrupción.
Camino, caminamos por estos pasillos donde el deterioro es el signo, cae a pedazos e inunda el ámbito. Jonathan, que conoce los secretos del interior, nos señala los cuartos donde las reclusas esperaron a sus amantes, y para ello, se arreglaron, se vistieron las mejores prendas, -tocados de la pobreza-, así como dibujaron con el rouge infernal sus labios para ser saqueadas por sus galanes de paso. No hay nada más certero en la cárcel que esperar los perfumes baratos de las visitas extrañas, anheladas: placer y congoja se resumen en las frases escritas por ellas en las paredes del doble encierro: “Gorda no importa que hoy sea un día especial, pues a tu lado todos lo son”. TQM 4-11-09.
Seguí, seguimos como espías e intrusos en este recinto de la desolación: hay un cuarto pintado de color verde en la semi penumbra, y no es para menos, el verde es el color de la esperanza; esa otra ficción que nos arredra. Hace un tiempo estuvo de moda pintar las paredes con algunos colores, ya que supuestamente estos daban regocijo a quienes los habitaran. Claro que en ese sitio, el verde en lugar de ser el color de la esperanza es el matiz de la desesperanza. Sí, este cuarto verde, de un verde casi oscuro, era el recinto para las presas con problemas psiquiátricos, talvez la depresión, la soledad, el fracaso, fueron la llaga precisa que las llevó al desvarío.
Pero en la cárcel también hay la posibilidad de algún júbilo: el salón donde las presas que fueron madres, pintaran este lugar con dibujos como si las paredes dieran esa posibilidad de alegría, este soborno cruel a la cotidianidad. “Un hijo es como un jardín florecido que necesita agua y abono, esa agua y abono es mi cariño y ternura”, escribe una de ellas.
Todos estos salones, todos estos pasillos, todo este espacio vacío al aire de la tarde, encerró y ha guardado en definitiva sus secretos durante unos cien años. A nadie le interesó una novela sobre esta cárcel, a nadie le interesó la arquitectura de la depravación de este lugar, que va camino a la destrucción.
Riqueza y abandono, proyectos y deseos de cambio, aquí muere una historia de una ciudad que devora sus espacios, que los abandona con su lógica del silencio, con ese sabor agrio de la destrucción y ese bajío de una nueva esperanza de la continuidad de la construcción, en una ciudad que se construye y reconstruye y acaba con sus lugares sin importar su posibilidad histórica.
A un lado, en la lejanía, es posible observar la arquitectura del hacinamiento: las casas construidas sin control, los nuevos edificios, colmenas habitacionales similares, diseñadas parece por un mismo arquitecto. Estos edificios son notorios en El Poblado, en el Centro de Medellín, en Bello, en las comunas. La idea de la ciudad dormitorio se impone sobre su riqueza patrimonial.
Hay otra edificación contigua separada solo por una callecita, entre la parte superior, y una entrada al convento de clausura las Contemplativas del Buen Pastor. En su libro, Medellín Secreto, Patricia Nieto nos da una versión de una visita: allí encuentra la madre Nohemí Amaya, amañada junto a un Corazón de Jesús en llamas, no ve a las 29 monjas de clausura pero sabe que hay 10 mujeres que aspiran a entrar al convento, pero si en realidad tienen convicción y son trasparentes y las asedia la fe. Eso sí deben de pasar rigurosos test psiquiátricos y psicológicos,  que realizan los celosos lasallistas.
Paradójicamente las monjas de clausura son similares a las presas, extraña paradoja de quien educa cuidando a mujeres del encierro viviendo en el encierro. ¿Masoquismo vivir en clausura o contemplación? Y así criticamos a las mujeres musulmanas que se deben esconder bajo la burka. Las edificaciones de este convento, es notorio que fueron añadidas. Detrás del guía, Jonathan, conocemos no solo sus celdas de clausura, los patios y los cuartos donde albergaban niños, sino la vida interior de una gran casa misional, así como el amplio sentido de una gran huerta, y de la vida entregada a salvar al otro, a las almas y su desasosiego.
Cierto, quedan las primorosas fotos de Carlos Rodríguez en el interior de la cárcel del Buen Pastor pero desaparece un mundo, un Medellín lleno de fervor religioso, catalogado muchas veces como un dispositivo de coerción y reeducación a la mujer. Carlos Rodríguez, con sus fotografías, fue testigo, en 1946, de ese lugar lejano al Centro, un suburbio, donde se vivía una vida apacible y los delitos eran otros.
Con este lugar, nunca valorado, desaparece otro Medellín, el de la exclusión, el de las cárceles y el de los psiquiátricos para dar la apariencia en la ciudad de las apariencias de que aquí nunca existieron ese tipo de edificaciones y menos esta subcultura de la reclusión. Cierto, se le agregaron desordenadamente tantos pisos, que terminaron convirtiéndolo en un bloque bizarro de diversos estilos chapuceros; estilos, no, sino la pobreza del afán. Así fuera la construcción para una cárcel, este edificio corrió el mismo destino de la cárcel la Ladera, el Manicomio: el ostracismo primero, el abandono luego, y ya las ruinas con la maleza apoderada del lugar, como justificación para tumbarlo. Clásico ademan de olvidar que una cosa es su función, como arquitectura, y otra su misión.
Este recinto, en las historias e investigaciones sobre Medellín, aparece con algunas líneas, donde puede más el pesado, y sin gloria, rechazo a esas personas y sus delitos, que la remendada construcción, aniquilada que ahora visitamos. Pero no es para menos, así apareciera en la lista de patrimonio de todas maneras sería destruido. 
Un dato: La cárcel del Buen Pastor fue el primer gran proyecto penitenciario en su clase construido en Medellín hace cien años, después vendría la Ladera en 1921. No es una casa simple, es todo un complejo. Definitivamente no conocemos a Medellín.
En realidad el proyecto que se avizora es un gran proyecto universitario. Lo que si queda en la superficie, nunca en el fondo, es lo siguiente, ¿se exploró alguna vez la posibilidad de averiguar si este complejo carcelario y religioso, conventual y de redención, porque lo es, mereció un análisis desde el punto de vista histórico?





Edgar Rúa Figueroa en México

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Edgar Rúa Figueroa en México 



NO BUSQUES NUNCA LA SUPUESTA COMODIDAD QUE TE BRINDAS O TE BRINDA LA VIDA, ESO NO EXISTE, SOLO ES EL TIEMPO EL QUE DETERMINA TODO CUANTO ESTAS EN EL CAMINO CORRECTO, EL QUE ELEGISTE PARA TI Y NO PARA LOS DEMÁS, HAY QUE DEJAR DE SER VIAJERO PARA SER HUELLA Y MAS AUN, CUANDO PISAS POR DONDE SE CRUZAN LOS LUGARES Y LOS SENDEROS DE TU ALMA….!



Y ELLA SE HUNDIÓ DE NUEVO EN EL MAR DE MIS SUEÑOS MIENTRAS CERRABA DULCEMENTE SUS OJOS.. Y SIN EMBARGO YO PROFUNDO NAUFRAGO NO PUDE HACER NADA PARA DETENERLA, TAN SOLO MIRARLA AL TIEMPO QUE REMABA DE NUEVO PARA HALLARLA EN EL FONDO DE MI ALMA.... ...
EDGAR RÚA

......

Hola hermosa vida…!

¿Sabes..? Me he quedado enormemente pensando en todo lo que nos da la existencia humana y he llegado a la conclusión absoluta de borrar, de sacar toda la basura que hay en mi cabeza, con la que llenamos a cada momento los espacios vacíos y en particular esa que uno lleva por dentro como modelos, que solo es el modelo que las personas quieren que seamos y no lo que realmente somos, es bárbaro eso y me pregunto cómo las personas pueden decidir sobre nuestra propia vida y como pueden creer que son indispensables y lo peor aún que tienen la verdad sobre todo lo creado.
Hoy entonces escribo mis adentros, con esos dedos sustanciosos y delicados que me dan la  profundidad  y que golpea mi alma detrás de sus palabras, y no sé si vi la luz que me da la ternura, que mueve los sentidos cósmicos del alma, es como si a través de esas frases mi ser reviviera en cada costado de su cuerpo y pudiera andar por dentro de sí, como esa alumbre tan poderosa de los dioses que nos dan el sustento de la vida… me veo impregnado de sabiduría, no sé si fue de dolor, o de alegría, solo sé que suele cabalgar haciéndome líneas en los días maravillosos, eternos pero tan etéreos que cuando uno se da cuenta, todo absolutamente todo, se ha ido de nuestros deseos y a veces no quisiéramos pensar en tantas cosas, sino dejar que la mano poderosa nos guie con su energía vital en lo profundo de nuestro lago interior…
Así estoy hoy bella flor del ocaso, creo que ya no voy a poner resistencia ante esta existencia, deseo mejor construir con mis manos burdas, pero tan sabias y frescas como la risa de un niño en medio de su vientre, y tomar desde allí la medicina sagrada que alivia de manera concreta mi alma y mis pretensiones, como lo es, ser uno mismo sin esperas y sin vacíos a costa de tantas inmersiones de la vida cotidiana, por eso te puedo decir ahora.. Creo, creo en la razón de vivir de una forma diferente, creo que puedo ser ese mar y hundirme como esa sabia gota de la naturaleza humana que somos…! Sea…!
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EN SI QUE ES LO QUE BUSCAMOS EN NUESTRO INTERIOR O EN NUESTROS ACTOS EXTERNOS...?  ME PREGUNTO...!

...

El teatro no puede ser un oficio o cosa por el estilo, porque no es un acto de la razón  o del entendimiento de los que pretender convertirse en seres ricos o pobres el día de mañana, no, el teatro es esa coherencia en sí mismo a la cual llamo dentro de la auto-representación, la esencia constante y presencia de nuestro ser interior; porque si uno es claro consigo mismo, con el hacer y el deshacer cotidiano, en el día a día que enfrentamos en la escena de la vida, es claro con el hacer teatro y con sus personajes interiores en la sustancia de la teatralidad, cuando vamos a la escena quizás para muchos de lo imposible, y eso hay que adquirirlo en nuestros actos de manera constante y rigurosa, porque de lo contrario todo, absolutamente todo, se convertiría en esa pequeña estupidez que no deja de ser solamente bello, entonces estamos nuevamente equivocados (…)  porque eso no es  teatro.
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BITÁCORA 

Hoy he comenzado a bañarme en el sudor que por las tardes ha dejado rodar tu almohada por mi ombligo, escucho tus gritos uno a uno, como si me llegaran desde el ocaso, desde el temple de tu corazón, de tus entrañas, como esa caja de resonancia infinita que aún escucho dentro de mi alma para entonar la mejor melodía de la vida.
Te escucho y mi voz como un suspiro silencioso e inagotable entona su quejumbrosa risa de muerto milenario, ya no estás aquí, en el brillo de la frescura de mis versos, has volado como el viento mientras una piedra amolada de la obsidiana me recuerda tu nombre, palidece mi aliento  entonando tu nombre en cada mañana (…) pero ya ha caído la tarde y México despierta una hora después de lo acordado por el tiempo… entonces te apareces en el marco señorial de las ventanas del alba cuando camino, si ahora recuerdo… ya es la primavera y ya no sé dónde empacar  mi sombra para este nuevo viaje, que me antecede los sueños.


......

Uno tiene siempre los ojos perdidos en el infinito, en la sombra que acuña nuestra efigie repentinamente sobre el mismo muro del paraíso incierto, ese que nos nutre de pasión y nos entrega para que sobre los besos nos devoremos a la noche en un momento cualquiera. Por eso uno siempre tiene los ojos allí, atentos en lo desolado y tierno del paisaje que nos envuelve en la locura cotidiana, sobre el fijo brillo y oscuro del huevo de la obsidiana, o sobre la cava del guerrero ardiente de una pirámide del sol o de la luna…

Muchos creerán que actuó como un lobo herido que corre por la selva, maullando las palabras, vomitando las freses por encima de mis propios deseos y mis cotidianidades, pero no…! Solo les digo que nada de lo que vemos en lo real es cierto, he aprendido de tantas cosas, que ahora sé que los colores no existen, ni nunca existieron para nadie, que es solo la ilusión que nos causamos en sí mismo como reflejo, como parte de nuestras soledades interiores, para pretender mirar las cosas de la forma que otros quieren, que nos han impuesto, pero al final todo es una mera ilusión de otros, la cual vivimos como si fuera cierta en nosotros y en nuestros ojos,, pero nada absolutistamente nada es real, solo que no lo creemos de manera constante, que pena, como el que cree tener el poder con sus dominantes.!

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La Auto-representación

Hay que llenar la tula del alma ahora, no con cosas o prebendas materiales, con esos insignificantes caprichos, que nos ha construido la sociedad para hacernos cada vez más esclavos y menos libres de nosotros mismos, en este escenario que no es el nuestro. Hay que llenar la tula con bondades, amores, solidaridades, afectos verdaderos, con aromas del tiempo de nuestras ancestralidades, porque esa es la única forma en la que podemos encontrar nuestros cuerpos más allá de un sistema opresor y desalmado, que te ha creado en el lenguaje imposible y marchito del no puedo, por lo tanto es nuestra misión hoy y el ahora, de romper las cadenas del alma y dejar que nazcan los acordes silenciosos y profundos de nuestras esperanzas…!


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Hola hermosa vida…! ¿Sabes..? Me he quedado enormemente pensando en todo lo que nos da la existencia humana y he llegado a la conclusión absoluta de borrar, de sacar toda la basura que hay en mi cabeza, con la que llenamos a cada momento los espacios vacíos y en particular esa que uno lleva por dentro como modelos, que solo es el modelo que las personas quieren que seamos y no lo que realmente somos, es bárbaro eso y me pregunto cómo las personas pueden decidir sobre nuestra propia vida y como pueden creer que son indispensables y lo peor aún que tienen la verdad sobre todo lo creado. Hoy entonces escribo mis adentros, con esos dedos sustanciosos y delicados que me dan la profundidad y que golpea mi alma detrás de sus palabras, y no sé si vi la luz que me da la ternura, que mueve los sentidos cósmicos del alma, es como si a través de esas frases mi ser reviviera en cada costado de su cuerpo y pudiera andar por dentro de sí, como esa alumbre tan poderosa de los dioses que nos dan el sustento de la vida… me veo impregnado de sabiduría, no sé si fue de dolor, o de alegría, solo sé que suele cabalgar haciéndome líneas en los días maravillosos, eternos pero tan etéreos que cuando uno se da cuenta, todo absolutamente todo, se ha ido de nuestros deseos y a veces no quisiéramos pensar en tantas cosas, sino dejar que la mano poderosa nos guie con su energía vital en lo profundo de nuestro lago interior… Así estoy hoy bella flor del ocaso, creo que ya no voy a poner resistencia ante esta existencia, deseo mejor construir con mis manos burdas, pero tan sabias y frescas como la risa de un niño en medio de su vientre, y tomar desde allí la medicina sagrada que alivia de manera concreta mi alma y mis pretensiones, como lo es, ser uno mismo sin esperas y sin vacíos a costa de tantas inmersiones de la vida cotidiana, por eso te puedo decir ahora.. Creo, creo en la razón de vivir de una forma diferente, creo que puedo ser ese mar y hundirme como esa sabia gota de la naturaleza humana que somos…! Sea…

SABES NECESITO UNA GUERRERA, UNA MUJER QUE ROMPA TODOS LOS ESQUEMAS DE LA TIERRA.UN MUJER INTERMINABLE, UNA LUCHADORA, UNA CÓMPLICE QUE SEA CAPAZ DE VENCER LAS MADRUGADAS... Y QUE NO LA SUJETE NADA NI NADIE... UNA MUJER VALIENTE DE CORAZÓN DE PERLA, DE NOCHE DE BRUMA UNA MUJER FRESCA COMO LA TARDE Cuando DORMITA Y ROMPE LAS ESCASAS ENTRAÑAS DE LA NOCHE... PERO TAN FRÁGIL QUE SU CANTO SEA TRINO EN LOS CRISTALES, UNA MUJER, CON EL AROMA DEL TRIGO SECO, CON LA PALMA EN LOS LABIOS, UNA MUJER DE CANTO... SI LA NECESITO PARA PODER COMBATIR LOS FANTASMAS, QUE PUTEAN MIS SUEÑOS A CADA MOMENTO, PUEDES SER TU, LA QUE HE BUSCADO..? ME LO PREGUNTO DESDE LA TIERRA DE LA ESPIRITUALIDAD, MEXICANA, NO SE... QUIERO QUE ME AYUDES A SORPRENDER Y A ROBARME MIL VECES ESTAS NOCHES EN QUE PIENSO Y NAVEGO CON ESTE CUERPO CASI YA LOCO QUE NO AGUANTA...!

......

INTRODUCIÓN DEL MONÓLOGO  OTELO

Encadenado, en el laberinto de la sórdida  soledad…

Edgar Rúa, 
en el teatro de la Auto-representación

Se han encendido lentamente las luces y sobre las frías tablas de un escenario viejo, corroído por el tiempo la figura de un ser que viene como de la noche martillado por la misma sombra que causa su interior como un acto íntimo de personaje… todo está en silencio, afuera la tarde simula llover sobre los costados mientras el público entra al teatro para ubicarse en cada butaca, la cual inesperadamente ha estado esperándolo para que este se deposite allí con su colérica figura de actor de la vida, lo espera a él también aquel inmenso momento donde se encontraran los dos actores, actor pasivo y actor en la teatralidad, mientras el ruido y los murmullos de los que entran se escuchan entrar a la platea a los balcones, hablan y sus voces alertan los sentidos del teatro de la auto-representación, nada aún está en silencio mientras yo escucho todo lo que va sucediendo, antes de comenzar a cargar mis muertos y mis ancestralidades en la tragedia de Otelo, el moro de Venecia… Ahora la palanca que cubre a la escena se ha comenzado a mover con ese estrepitoso ruido que deja el alma, poco a poco todo queda en silencio esperando, ambos esperan como provenientes de aquella noche… como si se guardaran el uno con el otro, ya va a comenzar la función y las disonancias de las estrategias están resonando de manera silenciosa, están allí, como se habían acordado… la luz de manera cenital sube mientras una música arrolladora de un violín asalta desde foso de los músicos, como una sustancia el verdadero teatro irrumpe para poner de presente su rostro ante la escena de todos…! Suena el violín con sus notas entre graves y agudas, casi como si estuviera desafinado, pero no es el movimiento de las olas del mar interior que arrastran al moro sobre su pequeña embarcación de la vida…! El canto atraviesa junto con él como una voz de sirena, de golpes de arena, de fuego y piedras arrastradas, de las mil batallas y miles de batallas que ha librado sobre el ensordecido eco de su alma… pero ahora está allí, en el escenario esperando el que de su trompeta celestial, se encuentra tirado como dormido en el escenario, a su alrededor varios objetos que simulan la guarida de un náufrago, y de verdad que lo es…!

APARTES

Vano es el frío cuando tienes tu llama interior que te emperece y te lo proporciona todo, sin lamento alguno y aun puedes dar vista atrás, como si llegaras de la misma torre, o del huevo de obsidiana…Oh..! Piedra maravillosa que limpias las entrañas de lo impío de nuestros corazones, rasga de tu ser esa grotesca gota que finge ser fresca y pura como una doncella que nace en las entrañas de todo ser amado, desborda sobre el placer que imploro tu estancia en mi corazón cobarde, abre tu luz sobre mi encenizada razón que perpetua esta agonía y dadme de beber el néctar que derrama de mi razón entre la podredumbre que afije mis sentidos, puñal contra puñal Ancio, llama que en la verdad promueves como anticipado tempano que hace mi la canción que toma forma en la colérica y ardiente sensación que ya no he visto, dadme tranquilidad, equilibrio ya que no me has dado amor, apiádate de mí, con su palabra solo somos ese bello envase que guarda fortunas silenciosas pero que no cantan ni mueve a la razón con entusiasmo, eso es lo que somos almas partidas en mil pedazos, jolgorios de difuntos que yacen en sus tumbas ambulantes eso es lo que somos y eso es lo que asombra, nada más que eso es lo que nos rige, en este eterno baúl interminable, bajas creencias nos alimentan, bajas creencias orquestan en cada uno de nosotros la música del vació de la carencia de las almas, del infierno quizás..? Eso es quizás lo que somos y es quizás lo que tememos, ese infierno interior, la desmanchada acción de no querernos y de ponernos precio al todo de lo que somos, esa es la cuestión, quien advierte una moneda por su larga vida, advierte la condena por su alma, ese es el pago de lo material ahora llevo aquí la marca como insignia de ese desventurado pañuelo, como una marca ardiente de la misma vestía, ahora ya no tengo la misma facilidad para amarte, mi lenguaje a muerto y el con migo, han muerto enmudecida las palabras.. Hiede mi carne ante ti, mi bella Desdémona, Marcela, Isabela, Angélica, Manuela, Katherine o Sofía… o como te puedas llamar entre mis sueños con este olor pesado que respiro donde solo el túnel me conduce al abismo y esta vez creo que puedo saltar, así, allí esta silencioso…

..
FRAGMENTO

Porque no puedo ahora..? Que es lo que quieres alma mía..? Dime de una vez por todas que es lo que quieres conmigo, adonde me llevas, a qué punto esperas mi desembarque, ya no voy a Chipre a pelear por mi orgullo que es el señuelo de los otros y de los tantos poderes, que las tropas se acantonen en sus guarniciones mientras mis anclas sean arrojadas a las estrellas, ya que ahora pertenezco a ellas no hay prisa alguna, solo a ellas, mi batalla ha concluido, estoy fuera de sí, de mis tormentos, acaso no vez la luz roja allá en el horizonte…? Esa es la que me guía, la que me lleva y yo junto a ella sigo ese camino mientras entono los brazos sobre la piel delicada de aquella mujer, que más que una sombra es la partitura de mi música espiritual y de mi cuerpo, es la apertura del tiempo, tiempo vidrio quizás.. Así es mi amor en esta noche, así es mi soledad… y como tal la asumo hasta el día en que de verdad llegues de esa muerte mi bella Desdémona, solo me faltas tú con tu entorno fresco y loco para que derribes mi cuerpo sobre tu cuerpo, y así, sin emoción alguna concluyamos esta obra en la escena de la vida, que importa ya entonces, bebamos, brindemos sobre la almohada amor mío y sequemos las gota del vino amargo de tus labios de hielo fino, borra la marca que hay en tus labios con la mendicidad de este pañuelo al cual los debo.. (Saca una botella y bebe vino) detén tu soberanía por momentos y deja que los aplausos de este final sean marchitos, solo a este tormento yo me debo como un rincón viejo de tu corazón matutino, ya lo sé esta oxidada nuestra razón y la mar con su llanto derriba a este náufrago a ti Otelo te mataron los celos en cambio a mí, el desamor la envidia, la ira, la pena y ese monstruo cruel y abominable que se llama sociedad, ese fue mi puñal y esa fue la almohada donde puse su cabeza y ese pañuelo tan sucio y cruel fueron ellos la causa de mis desdichas, solo allí, pude colocar la cabeza de ella, de mi belleza, lo más profundo y tierno de mi herida, porque a uno no lo mata la muerte, sino la cabeza y esa es nuestra perdición a la que acuso ciegamente, ahora sé que ya nada nos importa, por lo tanto te he de buscar en la sombra interna de mis huesos.

FRAGMENTO
(Levantando la espada pelea contra unos seres invisibles) Allí están de nuevo, ahora sé que he desencadenado tus demonios, pero no temas, peleare contra ellos. Si..! Están allí con esa sonrisa vieja, los veo diluidos en las sombras, sus mortajas los cubren, estas allí, los veo amor, son ellos: Lo  recuerdos, la avaricia, la opulencia, el pasado, la falsedad, la vergüenza, la mala vida, el orgullo, la petulancia, el racismo, el ego, La mentira, la intriga, el odio, el desamor, la codicia, el egoísmo, la soberbia, la lujuria, el arribismo, la pobreza, la usura, la avaricia, la maldad, la envidia, la codicia el miedo, la influencia, la cobardía, la familia, la sociedad, los amigos sinceros, si, son todos ellos, vengan a mí los que no dejan vivir esta realidad maravillosa, pero no importa, amor mío, nada ni nadie nos detendrá, ni en la hora de la hora amen…

EDGAR RÚA
MEXICO. GUANAJUATO 2015

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LA BALANZA DE UN ACTOR

tiremos abajo las murallas de lo imposible y hagamos lo posible y entremos en los armarios viejos y obsoletos de la historia y armémonos de valor,  para enfrentarlo todo, abordaremos nuestra huida por la noche en las estrellas, palmo a palmo como ese primer beso silencioso y puro que nos regaló el vientre materno con su abrigo de hilos magullados por los tiempos… es allí donde está el verdaderos teatro en ese cuarto oscuro, en la cuarta pared que nos separa del mundo, en nuestros primeros pasos, en esa sonrisa tierna y bella de los labios desdentados, pero dulces y sinceros, en las manos torpes, en esa mirada que podía ver más allá de las propias estrellas (…) pero eso es lo que perdimos, el acto verdadero de la vida…  y hay que volver a él, sin miedo, sin temores, no dejar que sigan los demás fabricando con nuestras almas en los escenarios que no nos corresponden, es la hora en que deben de haber oídos para que escuchen aún en estos tiempos de tanta turbulencia, porque cuando uno es uno, no hay porque sentir miedo, porque  se es real, y es uno el  que puede estar en varios lugares a la misma ves, por eso no hay que sentir miedo alguno es la verdad, es lo que me digo todos los días en el método de la auto-representación, no podemos seguir creyendo en las distancias que nos han marcados los estamentos occidentales.. América tiene que escuchar ya el palpitar de su a corazón y el de su alma, no podemos seguir andando de manera indiferente y no podemos seguir encubando las palabras para que nazcan las nuevas palomas de la paz… sea!
EDGAR RÚA
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EN ESTA CLARA ILUSIÓN, DE ESTE ABISMO TERRIBLE, DONDE  FLAQUEA  MI PALABRA CON EL VERSO QUE NO RIMA EN EL COSTA DO DE REPENTE DE TU AMOR, SI, HOY ME SOSTENGO DE LA BARANDA DE TU ALMA PARA NO CAERME DE NUEVO…!

Fernando García Cuéncar. 4 Festival alternativo de Poesía de Medellín

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Fernando García Cuéncar 4 Festival alternativo de Poesía de Medellín


 “Del posible adiós”
 de
Fernando García Cuéncar


Carlos Alfonso Rodríguez


     Fernando García Cuéncar nació en Bello, cuando el municipio de Bello era un municipio sosegado, tranquilo, sereno y pacífico, o sea más o menos, hace mucho tiempo, exactamente en 1961. Allí y en ese año nace este poeta de inspiración mística, lírica y mágica.
     La poesía de Fernando García Cuéncar reunida en el libro de poemas “Del posible adiós”, Medellín 2015. Aparentemente es la compilación de sus poemas reunidos en revistas y periódicos que editaron sus escritos en Colombia, España y Estados Unidos. Es además una muestra de su ejercicio poético durante varios años, lustros y hasta décadas. Lo que además quiere decir que es una muestra de su proyección poética en la madurez artística del creador y del oficio.
     La lectura del libro de poemas “Del posible adiós” nos remite a una poesía de fantasía, ángeles, duendes, magia natural y de realidad. Hay en sus cantos y poemas una evocación permanente a la infancia, al entorno íntimo, familiar y la impronta del mundo burocrático. Es una poesía que nos recuerda o remite a Rilke o a sus ángeles, pero también a la poesía de Whitman, Wiliam Carlos Wiliams, Dickinson, muchos autores más: Pablo Neruda, Nicanor Parra, Raúl Gómez Jattin.
     La poesía de Fernando García Cuéncar, es una poesía diferente, en el sentido que busca la pureza de la palabra, la pulcritud del lenguaje y el sutil alejamiento de la ciudad o del mundo urbano. Excepcionalmente se sumerge en el tráfago de las horas o en la vida cotidiana, pero cuando lo hace muestra sus mejores tonos, ritmos, acentos y matices, en cantos extraordinarios como: “Misántropo de lunes”, impresionante poema de grande factura que no desentonaría en cualquier antología de la poesía colombiana o latinoamericana. Hay otros poemas que sobresalen por el peso de su composición como “Solo en la calle”, “Busco una forma de luz”, “Digo”, “Así solo caminan”, “Viejo Walt”, “La primera vez” o el mismo poema que da título al libro: “Del posible adiós”. Evidentemente no son los cantos ni poemas de un aprendiz, sino más bien la confirmación de una vocación íntima, profunda, sincera con el lenguaje, la poesía y la vida.



MISÁNTROPO DE LUNES

Y yo que nací para el ensueño,
para contar la historia de mi sangre;
debo afilar los dientes de mis razones
para dar explicación del por qué existo.

Guardo mi corazón de todos los que mienten, pero
trabajo para los burros, le sonrío a las hienas;
y por votar por los tiranos y rozarme con sanguijuelas,
me he olvidado de inventar las estrellas,
para terminar el informe domeñado
a un ciego con las uñas muy largas.
Yo que sí tuve madre, a mí que sí me amaron.

Yo que me di y a mí que sí me dieron,
uso máscaras para pisar el asfalto
y me cuido de los que me han visto por dentro.

Estoy sujeto al aire con alas de hojas,
y debo usar reloj y mandar a lavar la corbata.
Vivo conmovido por tanto canto de pájaro, y amanso la voz cuando
les hablo a los que se sientan en mi tiempo y su salario.

Yo que vivo triste por no haber navegado los trigales,
me como un pan amargo de sudor por dentro
y tengo tantos sinsabores como gentes en mi entorno.

Me duelen los lunes como a las putas,
los senos secos por la fiebre de los solitarios
Yo que nací para el ensueño;
a mí que sí me amaron.


BUSCO UNA FORMA DE LUZ

Como una espada hecha flor a mediodía
y mis palabras cortan tiempo y divagan en aliento,
en este cuarto seguramente hastiado
de tanto inútilmente escucharme…

Me duele que dios nazca en esta Navidad
entre fusiles y risas borrachas,
máscaras, ya sé…
pero afuera el sol se ha ido un poco más del aire
(las sombras, más largas, afuera lo atestiguan)
y ya no puedo cantarte Dios ninguna nana
sin que un nudo me ahorque alguna lágrima.

Busco pájaros de canto erótico
que narcoticen con sus trinos mis venas al alba,
pero el ángel que anuncia la saeta
para que mis párpados se asombren,
es otro estorbo hermoso
y no quiero que me interrumpa los sueños…

No me rían el llanto, pájaros del alba;
tengo sed de tiempo para cantar
la primera canción de mi alegría.


SOLO EN LA CALLE

Tomo el vuelo de mi propio viento
y camino solo,
igual que otros días.
Vuelo en muchos ojos,
rozo muchas pieles y manos.

Voy de mi casa hasta el colegio,
piso o golpeo muchas calles,
encuentro rostros con muecas o sonrisas.

Desato palabras, saludos o vocablos viejos,
y son muertas mis palabras
y mis sueños y mis manos,
y mi piel, y mis pies, y mi sonrisa;

tomo el vuelo de mi propio viento
y camino solo
igual que otros días.


VIEJO WALT

Uno de tus ojos vaga los caminos
del Semen Cósmico.
Y un soplo de tu vaho sobre mi barro
otorga el secreto de las palabras elementales,
sísmicas y frescas.

Viejo niño
vientre de estrella
falo y almendras
y pies y senos
de flor y canto.

Guitarra y barba encordadas
sobre esta hoja de tierra;
viejo Walt,
dios de infierno y cielo
en una lámpara de hierba.

  
LA PRIMERA VEZ

Octubre 24 del 80,
Un joven de quince años
y lleno de todas las soledades
acaparadas durante ese tiempo
decidió no saludar a su madre
en los nuevos soles,
ni repetir a la maestra
el teorema de Pitágoras,
ni adorar al dios de yeso de cada ocho días,
ni sonreírle a su amigo mientras tomaban Coca-Cola.
Y ante todo no quiso esperar
el color gris-futuro de su cabello rojo,
ni quiso tampoco mirar por televisión
o en la trinchera de la tercera guerra
del acabose.
Entonces, hizo el amor
con una soga, y,
como cuando era menos inocente,
le sacó la lengua
a todo lo que no le parecía.




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